Curiosidades

Cinco mutaciones genéticas útiles que solo poca gente en el mundo posee

Estas mutaciones genéticas se dieron en pequeños grupos poblacionales debido a las actividades y/o necesidades de los lugares donde conviven.

Si eres un seguidor de los X-Men, seguramente te habrá encantado la idea de la existencia de seres humanos con innumerables mutaciones genéticas que les otorgaban habilidades increíbles. Incluso habrás pensado que ojalá te hubiera tocado ser uno: «¿Ser un superhéroe por casualidad del destino? ¡Claro que sí!»

Sin embargo, sabemos que en la vida real las mutaciones no funcionan así. Son procesos evolutivos de muchos años y generaciones para que hayan individuos con nuevas habilidades. Además, algunas no son tan llamativas como por ejemplo ser pelirrojo, más allá de su apreciación estética.

Esto no quiere decir que no hayan seres humanos que vayan más allá de sus capacidades normales gracias a las mutaciones. Efectivamente los hay, y la BBC hizo una recopilación de casos en el que estas variaciones genéticas dieron resultados muy interesantes:

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Visión submarina

Cuando abrimos los ojos debajo del agua solemos ver borroso. Esto se debe a que la densidad del agua es similar a la del fluido ocular, generando un ingreso alterado de la luz al ojo gracias a la refracción.

Esto es distinto para el pueblo moken, cuyas personas normalmente pueden ver adecuadamente bajo el agua. Ellos son una cultura que habita en el mar de Andamán, en el océano Índico, entre Birmania y Tailandia.

Llamados»Los gitanos del mar», se les ha conocido por su experticia en pescar con arpones en el lecho marino. De hecho, todos sus alimentos provienen de allí, por lo que pasan gran parte de sus vidas debajo del agua. Además, son entrenados para bucear desde edades muy tempranas.

En 2003 se reportó que poseían una mutación que generaba que sus ojos cambiaran de forma debajo del agua. Esto los hace ver con claridad hasta a 20 metros de profundidad.

Resistencia al frío

Normalmente nuestro cuerpo está entre los 36,5 y 37,5 grados Celcius. Esto provoca que particularmente seamos más vulnerables al clima frío que al caliente, y debamos abrigarnos con especial cuidado ante las bajas temperaturas.

No obstante, hay personas especialmente adaptadas a soportar más frío del normal. Entre estos se encuentran el pueblo Inuit (también llamados esquimales) de Canadá y Groelandia y los Nenet de Siberia.

Simplemente sus cuerpos responden mejor que alguien que no está adaptado. No suelen tiritar, tienen menos glándulas sudoríparas y cuentan con una mayor tasa metabólica.

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Dormir menos

Todos sabemos que hay que dormir entre siete y nueve horas al día para mantenerse saludable. Sin embargo, un estudio hecho por la Academia Estadounidense de Medicina en 2014 reveló que existe un gen que permite a algunas personas dormir menos sin sufrir riesgo alguno ni cansancio.

Se trata del gen DEC2 que permite a la gente tener un sueño REM más intenso. Esto les hace descansar efectivamente en menos tiempo. En este caso, no se necesitaría más de seis horas diarias para no estar como un zombi durante toda una jornada.

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Esto ocurre en solo un 1% de las personas que reportan dormir poco. Así que no te hagas ilusiones: seguramente no tienes esta mutación por más noctámbulo que seas.

Huesos densos

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Naturalmente nuestros esqueletos van perdiendo paulatinamente densidad y masa ósea cuando envejecemos. Esto, hasta el punto de provocar osteoporosis y deformaciones.

Pero existe un grupo de personas que pueden no pasar por este problema. Se trata de los afrinakers o boers, descendientes holandeses que viven en Sudáfrica.

La razón de esto sería un gen llamado SOST. Este controla la proteína esclerostina, que regula y controla el crecimiento de los huesos. Un estudio indicó que la mutación de este gen haría que la gente no perdiera masa ósea pasados los años. De hecho, los huesos siguen ganando densidad y resistencia con el tiempo. Esto provoca que se conserve un «esqueleto joven».

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Se encontró que varias personas entre los afrikaners contaban con este afortunado gen.

Adaptación a las alturas

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Uno de los efectos más inmediatos de estar a una gran altura es la falta de oxígeno. Esto genera que el esfuerzo físico sea cada vez más difícil, trayendo consigo síntomas de mareo, dolor de cabeza y trastornos respiratorio a algunas personas.

Esto no es un problema tan común en comunidades que llevan generaciones viviendo en zonas montañosas. Este es el caso de los quechuas de Los Andes o los habitantes del Tíbet, en el Himalaya.

Su genética les ha proporcionado torsos más grandes y una capacidad pulmonar mayor. Por supuesto, obtienen más oxígeno cada vez que respiran y sus cuerpos no sufre por la falta de este. Además, producen menos glóbulos rojos en condiciones de bajo oxígeno, a diferencia de una persona común.

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