Robótica

Científicos crearon un sensor de ritmo cardíaco que se adhiere a tu piel

Una célular solar orgánica, flexible y que se adhiere a la piel es capaz de abastecerse energéticamente mientras funciona como sensor de signos vitales.

Si pensábamos que los wearables eran una maravilla por medir nuestros signos vitales y otros datos como la calidad de nuestro sueño, es que no habíamos visto esto. Se trata de un sensor orgánico ultraflexible y que se adhiere a la piel humana sin generar molestias.

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Dicho sensor está pensado para funcionar como un monitor de ritmo cardíaco o de otras funciones biológicas. Lo que lo hace destacar es que a pesar de su tamaño es capaz de trabajar únicamente recibiendo luz solar. Su eficacia fue comprobada después de medir los latidos del corazón de ratas y humanos en condiciones de mucha luz.

Siempre había sido muy complicado lograr algo así. Tan solo lograr hacer baterías tan pequeñas y un suministro adecuado de energía había dificultado crear el dispositivo. Además, cualquier interferencia en el suministro de luz solar generaba ruido en las mediciones del sensor.

Científicos crearon un monitor de ritmo cardíaco que se adhiere a tu piel

¿Qué importancia tiene?

Los dispositivos autoamplificados que se pueden ajustar directamente en la piel tienen un gran potencial para aplicaciones médicas. Podrán usarse  para la monitorización en tiempo real de la función cardíaca o cerebral en el cuerpo humano.

Este sensor es un transistor electroquímico orgánico integrado con una célula orgánica en un espacio muy reducido. Estamos hablando de una pequeña plancha de tan solo un micrómetro (1 μm) de grosor. Esto fue suficiente para detectar los latidos del corazón de una rata o hacer un electrocardiograma del mismo animal.

Su funcionamiento fue efectivo en un ambiente con iluminación de 10.000 lux. Esto equivale a la luz obtenida cuando se está a la sombra en un día claro y soleado. Además, se obtuvo mucho menos ruido que otros dispositivos que usualmente se conectan a una batería.

El desarrollo fue realizado por científicos del instituto japonés RIKEN en colaboración con la Universidad de Tokio.

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