La Oficina del Inspector General de la NASA (OIG), entidad que se dedica a supervisar para prevenir operaciones ineficientes o ilegales, detectó una serie de anomalías en la gestión de las propiedades históricas de la Agencia.
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Este tipo de informes aparecen cada cierto tiempo y a veces sorprenden con cuestiones insólitas en las administraciones. Particularmente, en el caso de la NASA, se analizó la medida en que las propiedades históricas se administran y utilizan.
En el reporte publicado hace algunas horas, se menciona que la NASA sigue usando parte de ese patrimonio para proyectos actuales y que los elementos que no sirve, tienen un sentido histórico importante, por lo que su preservación es relevante.
¿Qué encontraron? Una cantidad significativa de bienes personales históricos se ha perdido, extraviado o tomado por antiguos empleados, debido a la falta de procedimientos adecuados para mantenerlos. El asunto es bastante serio porque, según dicen, «un mantenimiento deficiente de los registros contribuyó a que la Agencia perdiera la posesión de una bolsa que contenía partículas de polvo lunar«.
Las deficiencias administrativas también pusieron en tensión hace un tiempo a la agencia, cuando un historiador de la Fuerza Aérea de EE. UU. notó (lo que él consideró) el prototipo de rover lunar de la NASA en un barrio Alabama. El historiador reportó la situación a la NASA y ésta a su vez a la OIG.
La grave situación se tradujo en que la OIG emplazara a la NASA a que asumiera la propiedad del vehículo, pero se demoraron tanto (cuatro meses), que el hombre que lo tenía lo vendió a una tienda de chatarra. La agencia contactó a la persona de la tienda, pero éste, al darse cuenta del valor del vehículo, lo subastó en una cifra no revelada. Así lo dicen:
Descubrimos que la NASA no cuenta con procesos adecuados para identificar o administrar sus activos patrimoniales. Puede que tampoco sea la entidad más apropiada.
Por ejemplo, la agencia clasifica 815 piezas de arte y la mayoría permanecen almacenadas y no expuestas en los Centros, porque mantener la temperatura, la humedad y la iluminación correcta para garantizar su correcta conservación puede ser costoso. Transferir estos activos a una organización externa, como el Instituto Smithsoniano, permitiría que el arte fuese conservado y mostrado con más eficiencia.
El informe concluye que deben revisar sus políticas, desarrollar procesos para validar más eficientemente su propiedad, tener procedimientos integrales para gestionar su patrimonio y evaluar si son realmente competentes para mantener en el tiempo estas piezas, entre otras cosas.