Una investigación de científicos de la Universidad Estatal de Oregón evidenció que un terremoto puede ocasionar otros sismos en sus antípodas, o sea, al otro lado del mundo.
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Los científicos observaron 44 años de datos sísmicos y encontraron pruebas claras de que sismos de magnitud 6,5 o mayores desencadenan otros temblores de magnitud 5.0 o más al otro lado del mundo.
La investigación publicada en Nature es relevante, puesto que no son solo simples temblores como se creía, sino que podrían ser grandes eventos. Así mismo, demostraron que las réplicas en zonas cercanas no son las únicas consecuencias de los terremotos.
El análisis comprendió datos desde 1973 a 2016 y se excluyó los vinculados a las zonas habituales de réplicas (relativamente cerca de los terremotos). Recogiendo el total histórico de varios eventos, proporcionaron evidencia de que en los tres días posteriores a un gran terremoto, otros terremotos fueron más propensos a ocurrir.
Robert O’Malley, investigador y autor del estudio, mencionó en un informe de la misma universidad que se está estudiando por qué pasa, aunque la evidencia es clara:
Los terremotos son parte de un ciclo de acumulación y liberación de estrés tectónico. La comprensión de la mecánica de cómo un terremoto podría iniciar otro (con tanta distancia) sigue siendo en gran parte especulativo (…) Pero independientemente de la mecánica específica involucrada, la evidencia muestra que se produce la activación, seguida de un período de reposo y recarga.
Las regiones con la mayor posibilidad de terremotos después de un gran sismo, están en el lado opuesto de la tierra, dentro de los 30 grados de la antípoda. Así mismo, cuanto mayor sea la magnitud, más probable es que un terremoto provoque otro terremoto.