Desde siempre el ser humano había tenido experiencias y observado fenómenos que no era capaz de explicar. Entre eso estaba el clima, los planetas, las enfermedades y los sueños, entre otros. Solo estos últimos seguían siendo un misterio a medias, pues no se sabía exactamente su propósito en el descanso de cada quién.
Afortunadamente un grupo de científicos pudo acercarse a la respuesta más razonable. El equipo, perteneciente a la universidad de Swansea en Reino Unido, trabajó para comprobar una teoría ya conocida.
Estamos hablando del famoso psicoanalista Sigmund Freud, muy activo a finales del siglo XIX y principios del XX. Él sostenía que los sueños solo son un producto residuo de las experiencias del día. De esta forma, al soñar procesamos nuestras memorias y emociones del día a día.
Sin embargo, el equipo no se quería quedar solamente con las enseñanzas de Freud. Querían comprobar por sí mismos en sujetos reales qué efectos generaban nuestros sueños y si estos son esenciales para nuestras vidas.
¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Lo primero que hicieron fue reclutar a 20 voluntarios. Todos aseguraban recordar parte del contenido de sus sueños con frecuencia. Hecho esto, les dijeron que llevaran un registro de lo que hacían en su vida diaria durante 10 días. Se debía documentar cosas relevantes: eventos emocionales, actividades, experiencias y demás eventos. Además, debían anotar en una escala cuantitativa la intensidad de las emociones que sentían.
Al décimo día los llevaron a un laboratorio para monitorear su actividad cerebral mientras dormían. Durante las siguientes noches, los investigadores despertaban a los voluntarios 10 minutos después de que estos se quedaran dormidos. Así, les preguntaban inmediatamente qué estaban soñando y lo comparan con lo anotado en sus diarios.
Efectivamente hubo una correlación entre lo anotado en sus diarios y la intensidad de las ondas theta que produce el cerebro. Básicamente, mientras más cosas pasen en la vida, más intensa es la fase REM, que es cuando se producen los sueños.
Uno de los psicólogos que participó en el estudio, Mark Blagrove, señaló la importancia del descubrimiento:
Los investigadores ahora se plantean la posibilidad de lograr intervenir en las ondas theta mientras se duerme para inducir distintos tipos de sueños en un paciente. Esto podría significar en nueva formas de terapia que podrían, por ejemplo, estimular la memoria.