Don Benjamín González es un chileno común. Tiene un trabajo medianamente estable y le alcanza, la mayoría de las veces, para llegar a fin de mes. No tiene la más mínima idea del Caso Banda 700.
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Tiene el celular que le dio la operadora. Hace no mucho tiene 4G, pero no le importa tanto, el habla por WhatsApp con sus hijos y ocasionalmente revisa sus redes sociales, principalmente para leer noticias y dar saludos de cumpleaños.
Don Benjamín ha leído en los medios que algo pasa entre la Subsecretaría de Telecomunicaciones, las operadoras, la Conadecus y la Corte Suprema, es algo que tiene que ver con los celulares, pero no sabe en qué le afecta.
¿Qué está pasando?
Todos los chilenos «somos dueños» del espectro celular, es un bien nacional de uso público, pero claro, qué va a hacer uno con eso, mejor dárselo a privados que puedan explotarlo y así establecer canales de comunicación.
Es así como Entel, Claro y Movistar tienen la concesión sobre diversas bandas, una de ellas la de 3500 MHz, pero no nos quedemos en los números. Sepamos que era una banda de largo alcance, algo inestable pero con mucho potencial, que de acuerdo a la Subtel no se estaba ocupando correctamente, así que se las quitaron para estudiar otras tecnologías. Obviamente los operadoras se enojaron, porque han invertido dinero en desplegar tecnologías ahí, pero ya está… a menos que la justicia les de la razón en que la decisión del ente regulador es «ilegal».
Sobre eso último hay un mal antecedente, porque la Conadecus interpuso una demanda de que otra banda, la 700, que permite que el 4G tenga mayor penetración en interiores (entre varias otras cosas), fue mal licitada.
En el primer gobierno de Piñera sucedió esa licitación, el panorama de las comunicaciones era otro. Entel, Claro y Movistar tenían «con qué», mientras Nextel estaba prácticamente quebrada. Se la adjudicaron «los de siempre».
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Pero había un pero, las famosas contraprestaciones. Sucede que ellos podían utilizar esta banda bajo ciertas condiciones, como llevar conectividad a comunidades rurales donde jamás se hubieran fijado (recordemos que las Telco no son precisamente instituciones de beneficencia) y así reducir la brecha digital en el país.
En parte cumplieron, dependiendo de quién te cuente la historia. El tema es que la Corte Suprema le dio la razón a la Conadecus y ahora el uso de esa banda está en veremos. Dicen que la licitación debe hacerse otra vez.
Otra vez dependiendo de quién te lo cuente, esto es bueno, porque permite que operadoras como Wom entren en el mapa, como también actores extranjeros si fuera su intención.
Por otro lado es un golpe fuerte a las operadoras que han hecho una inversión importante basada en esas concesiones y se da cierta señal de «inestabilidad» al ponerle fichas al mercado de las telecomunicaciones en el país.
Lo último llegó a tanto, que la Asociación global del ecosistema móvil, GSMA, en conjunto con la ASIET (Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones), expresaron su preocupación por los compromisos de inversión. Chile está en la mira a nivel mundial.
¿Y en qué le puede importar todo esto a Don Benjamín?
A buenas y a primeras, en nada, porque la batalla se está llevando a cabo en otros niveles.
No le va a subir el precio del plan (por ahora) y la señal va a seguir siendo buena en algunos lados y mala en otras, como siempre.
Eventualmente si se devuelve el espectro radioeléctrico de la banda 700, puede que todo vuelva al estado del comienzo del desarrollo del 4G, en la banda 2600, con buena conectividad en exteriores, pero con mala en interiores, y a la vez muy, muy, muy saturada. Desde que empezó a operar esta banda hasta ahora, ha subido enormemente la cantidad de clientes conectados.
Ojo, es gente conectada a 4G, que es lo único que se vería afectado. Evidentemente no es menor, porque las promesas de las operadoras se basan en esta tecnología.
¿A quién le alega Don Benjamín si pasa algo?
Don Benjamín debe alegarle a su operador, porque con ellos tiene un contrato. No importa que ellos se deshagan en excusas, el trato es con ellos.
Evidentemente, si el problema alcanza a tocar a los usuarios y el problema es por una decisión de la Subtel, también se le debe alegar a ellos que la calidad de su comunicación empeoró, pero ojo, el cliente final del ente regulador Subtel, es la empresa, Don Benjamín es cliente de la empresa.
Aún no pasa nada, pero hay incertidumbre sobre cómo se van a llevar las cosas. Hay fe en que todas las partes están trabajando para que nada afecte al usuario final, siendo las telecomunicaciones una de las industrias más dinámicas y de mayor inversión del país.
Éxito, Don Benjamín, ojalá que toda esta tormenta, de la cual usted aún no se entera, sea para mejor.