Desde 1992 a la fecha, existen casi 30 juegos de Kirby de todo tipo. Ninguno ha destacado especialmente por su dificultad y a estas alturas, parece difícil -valga la redundancia- que aquello vaya a cambiar; para algunos fans, la falta de desafío puede ser un karma de la saga. Para otros, una seña de identidad como cualquier otra que no define realmente que tan bueno es un Kirby o no.
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Yo pertenezco a ese segundo grupo. En general, creo que los juegos no son mejores (ni peores) dependiendo de qué tan difíciles sean. En cambio, sí creo que los resultados generales de un videojuego dependen exclusivamente de cómo están diseñadas sus mecánicas, interacciones y niveles.
Toda esta introducción sirve para dar contexto a Kirby Star Allies, un título para Nintendo Switch que sigue la linea tradicional de Kirby en cuanto a recorrer niveles de lado a lado, absorber enemigos para obtener sus poderes y enfrentarse a jefes de varios tipos. Ahora, como su nombre lo dice, el enfoque está en la cooperación con los aliados y para ello, hasta tres personajes se unen a Kirby para enfrentar cada nivel hasta llegar a la puerta final.
Hablaría de «desafío» pero lo cierto es que el desafío, entendiéndolo como «obstáculo» es prácticamente inexistente en este juego. Y esto se da porque los aliados, al jugar en solitario, hacen la mayoría del trabajo. Si se juega en cooperativo con otro humano, la situación es similar: los obstáculos sin simples y sencillos que no requieren mayor esfuerzo.
La propuesta por defecto no es mala ni mucho menos. Kirby Star Allies parece un juego concebido especialmente para un público más infantil y en ese sentido, era de esperar que todo se resuelva de forma sencilla.
El problema de este juego es que el diseño de los niveles en general no es demasiado interesante. Y esto, definitivamente, no está relacionado de forma directa con «qué tan difícil sea». Kirby’s Epic Yarn de Wii era un juego tan sencillo que incluso, ni siquiera se moría. El Kirby’s Adventure original de NES tenía un modo difícil que recién aparecía al completar una vez el juego.
Esos dos títulos son un ejemplo de como diseñar un juego de forma atractiva aún sin ofrecer un desafío mayor.
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Kirby Star Allies se cae especialmente en el diseño de niveles. Con excepción de algunos pocos en los últimos mundos, la mayoría son simples y no ofrecen ni caminos interesantes de explorar ni demasiados incentivos para ir más allá de solo avanzar puerta tras puerta hasta llegar al final. Sí, es cierto que hay elementos semi escondidos en todas las etapas que entregan diferentes recompensas e incluso permiten desbloquear áreas extra, pero más allá del fin «complecionista» el incentivo no es mucho mayor.
A Star Allies tampoco le ayuda mucho su dirección artística, que es colorida como siempre lo ha sido el personaje pero sin el toque especial de un Kirby Super Star o un Epic Yarn (ese juego, personalmente, considero que es el peak del Kirby moderno). En general todo se ve plano más allá de los muchos colores y el diseño en general de personajes y otros elementos parece poco inspirado. Casi como hecho a la rápida.
Comentando con alguien más sobre lo que terminó siendo este proyecto, concordamos en que parece un título de Wii U que se guardó para lanzarse en Switch. Esa consola, fallida y todo, tuvo títulos de excelencia en todos sus aspectos, como Donkey Kong Country Tropical Freeze, Captain Toad Treasure Tracker o Super Mario 3D World. Kirby Star Allies no parece tocar ninguna de esas teclas que hicieron a los anteriores juegos tan buenos, cada uno en su estilo.
Kirby Star Allies no es un juego malo de frentón ni nada parecido. Ser fácil en general o con una propuesta sencilla no es el problema. El verdadero problema es que parece diseñado a la rápida, solo revisitando los conceptos más básicos del personaje -habilidades, enemigos históricos y una batalla final digna del juego de NES- pero sin ningún esfuerzo por ser memorable.
Los que quieran jugar Star Allies, deben saber que: pagarán precio completo (USD $60), se lo terminarán en una tarde, el último mundo se les hará particularmente largo pese a lo corto que es el juego y que, una vez visto los créditos, probablemente se olvidarán que existe.