Twitter es una de las redes sociales más importantes por la inmediatez de su flujo de información y la presencia de ciertas figuras que pueden alterar el panorama político internacional con un simple tuit. Pero también se ha convertido en un lugar bastante complicado, donde proliferan los discursos de odio y la regulación para prohibirlos a veces parece funcionar en sentido contrario.
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Así lo ha revelado el periodista Yair Rosenberg, quien ha publicado un artículo en el New York Times, donde denuncia el papel de Twitter, tras eliminar Imposter Buster, un bot desarrollado por él con un colega, y programado para identificar, exponer y denunciar cuentas falsas de troles neonazis, que se hacen pasar por personas del grupo racial que atacan.
Rosenberg relata la crónica de sus choques con Twitter, administrando el bot, luego de sufrir una primera suspensión de la cuenta en abril de 2017, para luego restaurarla y ahora sufrir la eliminación total de la misma, bajo argumentos calificados por el periodistas como cuestionables:
Este mes, Twitter suspendió el bot nuevamente, y esta vez se negó a revivirlo. Las justificaciones de la compañía eran totalmente precisas y completamente absurdas. “Un gran número de personas lo han bloqueado en respuesta a los altos volúmenes de contenido no orientado, no solicitado o duplicado o compromisos de su cuenta”, nos informaron.
Esto fue verdad; Impostor Buster había sido bloqueado por muchos neonazis. “Se ha presentado una gran cantidad de reclamos de spam en su contra”. Sí, por neonazis. “Envía grandes cantidades de respuestas o menciones no solicitadas”. Sí, a neonazis.
La postura del reportero es que, a final de cuentas, Twitter terminó respaldando a los grupos Neonazis que se vieron expuestos por las actividades del bot Imposter Buster.
Rosenberg hace un llamado a que esta plataforma tome medidas para poder regular efectivamente los discursos de odio, y no ataque a quienes intentan contrarrestarlo.