Una cadena de WhatsApp llega al grupo del condominio, o de los padres del jardín infantil, alegando que alguna vacuna causa autismo o que los inmigrantes traen una droga que amenaza a la población.
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Donald Trump es famoso por las fake news (noticias falsas) y probablemente todo lo que sabemos de ellas o nos hemos enterado de su existencia es gracias al ahora presidente de EE.UU. ¿Qué pasa cuando las llamadas “noticias falsas” son dichas o afirmadas por la clase política? ¿Puede este tipo de información influir en la decisión de los ciudadanos en cuanto, por ejemplo, a su derecho a voto?
Según una investigación del diario El Mercurio, durante el año 2017 las noticias falsas en Chile fueron vistas o compartidas aproximadamente 3.5 millones de veces en redes sociales, siendo la repercusión evidente, con videos que han sido vistos más de 500.000 veces.
Según el analista político Cristóbal Bellolio, la llamada posverdad (palabra del año en 2016) “es cuando ciertos grupos reclaman el derecho de disputar hechos que supuestamente están establecidos”, como es el caso de las vacunas, de gente que no cree en el cambio climático o en que la tierra sea redonda.
Hay diferentes tipos de razones para que esto suceda. Para el analista, tiene que ver con los grupos de pertenencia entre los que nos movemos como sociedad. Si hay un hecho que reafirme tu sistema de creencias, indiferente de cuál éste sea, lo tomaremos independiente sea falso o no.
“Según la última literatura que hay en psicología evolutiva, ese es un mecanismo evolutivo que nosotros hemos ocupado a lo largo de la historia, nuestros ancestros la ocuparon como un mecanismo adaptativo: era mejor creer lo que creía toda la comunidad aunque fuera falso. Porque de esa manera se quedaba a salvo nuestro sistema de creencias”, agrega.
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“Lo que hacen las noticias falsas no necesariamente es cambiar lo que la gente cree, los aspectos de creencias que tenían previamente asumidas, lo que hace usualmente es reforzar lo que ya se cree. Independiente la información sea falsa o no”, dice.
¿Qué pasa cuando los políticos hacen esto? No están haciendo nada nuevo, pero el alcance es el diferente y la ética del político, que quiere ganar a toda costa, es la que está dañada. “Antes lo podías hacer en un discurso, y te escuchaban los diez pelagatos que estaban ahí. Hoy lo dices en redes sociales y son millones los que tienen acceso a eso. Esto existe desde que el mundo es mundo. Si un candidato comparte una noticia falsa y no se rectifica, es un político que tiene la fibra ética dañada”, dice Bellolio.
Además, el modelo de negocios de los medios de comunicación está basado en el tráfico de visitas, dicho tráfico se traduce en avisos publicitarios dirigidos al grupo que interactúa con el medio, haciendo que estas páginas mejoren su SEO (Search Engine Optimization) para obtener mayores visitas de búsquedas online. Los algoritmos de redes sociales seleccionan, por más que se lo impidamos, lo que queremos leer, acorde a lo que hemos buscado o leído anteriormente.
¿Podemos escapar de las noticias falsas? Probablemente no, porque si nos damos cuenta de que algo que creemos era falso, por ser simplemente humanos nos conviene seguir creyendo que un hecho es. Pero las precauciones no están demás ya que sí pueden influir en la decisión de voto, según Pablo Collada, Director Ejecutivo de Ciudadano Inteligente.
Las decisiones electorales se basan en muchos factores y, entre ellos, está la información disponible sobre el candidato y su proyecto. Si gran parte de la información que le llega a una persona al respecto es falsa y además le genera reacciones emocionales fuertes, lo más probable es que la influencia sobre el voto sea muy alta.
Collada aconseja a los usuarios: “Verificar las fuentes siempre y buscar algún respaldo adicional de la noticia en medios de confianza. Algunas recomendaciones adicionales: ser particularmente cuestionador de las noticias que se comparten vía imágenes sin link en redes como Whatsapp, Facebook o Twitter. Si no es posible ir al origen de la noticia, recomiendo deshecharlo”.
Además, regular el contenido no sería la solución, según una columna publicada en la revista Palabra Pública, escrita por Pablo Viollier, analista de Políticas Públicas de Derechos Digitales y el ex director de la ONG, Claudio Ruiz: “Ni las noticias falsas ni las burbujas de filtros deben ser combatidas a través del control de los contenidos. Los mecanismos de solución deben permitir más y no menos expresión y ofrecer cierta transparencia en la forma en la que los contenidos son presentados a través de sus redes”.