Se veía venir. Todas las pruebas de resistencia y durabilidad, extremas y casuales, dejaban entrever que el iPhone X es un terminal extremadamente frágil, tanto y a tal grado que alguien ya lo decretó como el smartphone de Apple más frágil de todos los tiempos.
Una caída de metro y medio basta para dañar los sensores de TrueDepth, un resbalón desde la altura de los bolsillos es suficiente para dañar los acabados de cristal o la pantalla, y meterlo por accidente a la lavadora dentro del bolsillo de unos pantalones garantiza el dejarlo inservible.
Con este escenario la conclusión es obvia: cualquier valiente que compre un iPhone X deberá invertir un poco de dinero extra en carcasas protectores y un plan de cobertura en caso de daño.
Tal medida, obviamente, vuelve aún más costoso el iPhone X.