Llega noviembre, llega un nuevo Call of Duty. La tradición anual no se detiene pese a que su su peak haya pasado, pese a que los últimos juegos atraparan a menos gente que en años anteriores. El desgaste de la serie era evidente aún cuando en los últimos años la ambientación sumara elementos modernos y futuristas que con Infinite Warfare parecieran haber llegado a un límite.
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Entonces, como siempre sucede, llegó el momento de volver a las raíces. “Boots on the ground” (los pies en el suelo) fue el lei motif de Activision y Sledgehammer para crear Call of Duty WWII, el juego que vuelve donde todo comenzó: la segunda guerra mundial.
Todo se inicia en Normandía
Y como no podía ser de otra forma, la campaña comienza con el desembarco en Normandía. Los momentos históricos están todo el tiempo presentes durante las seis horas que dura la campaña pero lo interesante es que son evidentemente el telón de fondo de la historia que se narra, que poco y nada tiene que ver con la caída del régimen nazi. La campaña de WWII se centra en un pequeño grupo de soldados y el lazo de amistad que los une; esta historia bien podría darse en cualquier otro contexto y se contaría exactamente de la misma forma.
Esto es llamativo porque todo lo que va pasando a lo largo de los capítulos se cuenta desde una perspectiva más cercana a los conflictos del escuadrón y algo alejada de los eventos de guerra como tal. Sí, uno va recorriendo Europa adentrándose en campo nazi, pero siempre hay algo que le recuerda al que juega que lo importante no es tanto derrocar a Hitler sino cumplir con las órdenes de los superiores. Y esas órdenes, la mayoría del tiempo, son menos glamorosas que un grupo de generales planeando tácticas de guerra con un mapa sobre la mesa.
COD WWII propone algunos leves ajustes a la fórmula ya madura que lo hacen sentir un poco diferente a lo tradicional. El hecho de usar armas mucho más rudimentarias ya es un refresco que se agradece, pero quizás lo más extraño (y satisfactorio a la vez) es volver a la barra de salud y los botiquines, dejando de lado la regeneración automática de los juegos anteriores. Es importante señalar que esto corre solo para el modo de campaña (el multijugador es cuento aparte) y aunque pocas son las veces en que uno se ve realmente necesitado de botiquines, el solo hecho de tener que pararse y presionar un botón para recuperar un poco de salud ya es un elemento extra que revitaliza la verdadera galería de tiro que es este Call of Duty.
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A lo largo de la campaña también hay una buena variedad de situaciones que evitan el tedio de tener que disparar en el mismo formato pasillero nivel tras nivel. Las secciones de vehículos -con el manual Uncharted muy bien estudiado- son frecuentes y siempre terminan en situaciones límite, lo mismo que varias misiones que se cierran con encuentros cercanos con la muerte. Y entre medio de todo, hay una en particular donde hay que colarse en un edificio nazi en Paris mediante la memorización de ciertos datos que se deben responder de forma correcta frente a los guardias para pasar desapercibido.
Lo único extraño en la campaña de Call of Duty WWII es la forma en que termina. No porque lo haga mal, sino porque después de toda una montaña rusa de explosiones y situaciones extremas a lo largo de 11 misiones, el cierre es bastante anticlimático y sin un momento tipo OMG que se vio en otros Call of Duty antes. De todas maneras, ese final no empaña una historia muy completa que dura lo suficiente para no cansar y se acaba justo antes de empezar a hacerse más larga de lo apropiado.
Memorias de un multijugador del pasado
Dejando de lado la campaña, el multijugador es otra vez el paquete de siempre, readaptado a la fórmula del juego de turno. En este caso, y como hace muchos años no se daba, estamos frente a un sistema muy tradicional que agrega algunas cosas nuevas pero que no afectan demasiado a lo que pasa en medio de un partida donde 12 o más tipos se disparan entre sí.
Esas cosas nuevas comienzan por una especie de hub inicial donde el soldado se da cita para, por ejemplo, solicitar nuevas misiones a un comandante. Esas misiones agregan desafíos extra al multijugador (por ejemplo, “derrota a 30 enemigos en 20 minutos”) y si bien ya se habían visto en otros títulos antes, ahora están integrados en un sistema algo más “natural” en el contexto de la guerra.
Otros personajes dentro el hub permiten conseguir elementos cosméticos para los soldados, o bien probar los premios que se dan por las rachas conseguidas dentro de las partidas. En particular esto último es útil para saber cómo funcionan exactamente esos perks y así no desperdiciarlos por no saber controlar el avión que tira las bombas o derechamente, apuntar al lugar equivocado.
Y por supuesto, cajitas de premios que caen de los cielos y que, afortunadamente, se pueden ignorar y no afectan en nada a la batalla.
Ahora, lo importante: las batallas. Call of Duty en su historia ha tenido dos peaks de locura:
- El primero se dio con Modern Warfare y especialmente su secuela directa, donde el frenesí estaba dado por las exageradas rachas de premio que convertía las partidas en algo alocado, pero a la vez tradicional.
- El segundo peak de locura llegó con Advanced Warfare y los robots, exoesqueletos, drones y armamento futurista que tomaron el concepto inicial y lo llevaron tres pasos más lejos.
Por cuestiones lógicas, WWII es definitivamente menos frenético y un poco más pausado, algo que se da no solo por el armamento de la época sino por la forma en que los mapas están hechos. Prácticamente todos dan lugar para campear con un francotirador, por lo que siempre aún en los mapas más pequeños y directos, como el del barco en alta mar, me vi moviéndome con mucho cuidado.
Por su parte, el uso de las rachas de premio está bastante limitado ya que pareciera ser que conseguir rachas buenas es más difícil que lo normal. Los ataques aéreos, si bien en una partida aparecen de forma frecuente parecen no ser tan dañinos. De todas formas, lo que no cambia es el hecho de que se puede jugar a lo Rambo, correr siempre directo hacia el rival e intentar ser el más rápido apuntando y tirando el gatillo.
Lo que sí extraño en Call of Duty WWII (no habiendo jugado casi nada los juegos inmediatamente anteriores de la saga) es un diseño de mapas algo más memorable. Los que hay ahora no están mal, pero parecen bastante planos y el diseño “circular” se repite bastante, más allá de un par de mapas que se salen de ese esquema. Pero el resto, con sus particularidades propias, siguen el mismo formato y si bien son super funcionales para todos los modos de juego, a estas alturas se echa en falta algo más de inventiva al momento de crear mapas que queden en la retina y en la memoria, como si ha pasado con los juegos más viejos.
WWII incluye un modo llamado War, que bien podría ser la versión de Call of Duty de ciertos modos de Overwatch en una mezcla de objetivos que cada equipo debe cumplir tanto en defensa como en ataque. Luego de una partida, los lados se cambian y esto obliga a trabajar en equipo y tener claras las prioridades (más allá de que aquí no hay clases super específicas como en otros juegos), algo que no siempre queda claro en el Team Deathmatch de Call of Duty.
War es un agregado bien interesante y que en los primeros días de juego parece tener una buena cantidad de jugadores disfrutándolo. No es que reinvente la rueda ni nada y todos sabemos que las buenas ideas se copian, pero que algo así existe en un juego tan conservador como en Call of Duty siempre va a ser de agradecer.
Conclusión: ¿Alcanza con solo volver a las raíces?
Call of Duty, más allá de los cambios de época, llegó definitivamente a un punto donde requiere una vuelta de tuerca mayor. Y esto no quiere decir que WWII es un mal producto, porque en realidad es todo lo contrario: está muy bien hecho. El juego en su campaña tiene momentos muy buenos, al nivel de los mejores de la serie. El multijugador, más allá de lo que uno pueda opinar sobre los mapas, funciona como debe funcionar. El modo zombies es lo que los fans de los zombies esperan.
Pero Call of Duty WWII en particular le va a gustar a los que ya son fans de Call of Duty. A los que perdieron interés en la saga, como yo, tal vez les traiga buenos recuerdos de otras eras (aunque pienso que el multijugador está menos inspirado que la campaña). ¿Conseguir nuevos fans o recuperar su momento de gloria? Para eso, Call of Duty necesita algo más que volver a las guerras del pasado.