SPOILERS MÍNIMOS: Esta nota de opinión sobre la primera temporada de The Defenders busca ser cordial sobre los detalles obvios de su trama, excepto en un par de renglones. Puede leerse incluso sin haber visto la serie, como un punto de referencia para decidirse a invertir ese tiempo o no. No arruinará ninguna sorpresa valiosa.
The Defenders era de uno de los eventos “televisivos” más esperados del año. Representaba el cierre de un ciclo y una apuesta atrevida por parte de Marvel y Netflix, quienes decidieron emular el experimento afortunado de su Universo Cinematográfico, pero con series de TV exclusivas.
Lo cierto es que, fuera del indiscutible éxito de Daredevil, la fórmula de esta saga se había venido desgastando, llegando al punto del fiasco con Iron Fist, que ahora a la distancia es apreciada de manera casi unánime como una serie mediocre, en el mejor de los casos.
Ahora con el estreno de The Defenders la obligación era conseguir algo épico, equiparable a lo logrado en su momento con la primera cinta de Avengers, dentro de los parámetros propios de la TV. Pero el resultado final podría someterse a debate.
El valor está en los detalles
The Defenders corrige el problema de pasadas temporadas, con demasiado relleno innecesario, y recorta su número de capítulos, reduciendo toda la historia a sólo ocho episodios, que en comparativa resultan muy superiores a Iron Fist.
Todo empieza de una manera espectacular. Atando rápidamente los cabos dejados abiertos por el cierre de temporada de sus series antecesoras y planteando un conflicto a gran escala durante sus primeros minutos.
De hecho, los primeros cuatro episodios de la saga rayan en lo impecable por lo trepidante, despachando rápido el trámite de hacer que los protagonistas coincidan y encarándolos a un reto que los sobrepasa individualmente.
Incluso es posible saltarse de la segunda temporada de Daredevil directamente a The Defenders y los huecos inexplicables resultan pocos.
Pero a partir del episodio cinco es que comienzan a surgir algunos detalles mínimos que van creciendo como bola de nieve y complican la experiencia plena.
Porque es necesario ser honestos: The Defenders posee un arco argumental algo irregular, particularmente en su segunda mitad. A pesar de la alta adrenalina y el salto rápido entre el mundo de cada personaje mostrado al principio, la historia tarda en despegar y nuestros héroes por momentos divagan mucho sobre sus conflictos, cuando se supone que ya los tendrían resueltos hacia el cierre de todo.
De modo que a ratos, sobre la recta final, todo el orden de saltos se desgasta, y se vuelve algo cansado, maquinal y casi repetitivo ese ciclo entre cada protagonista, y su propia línea.
Por suerte, The Defenders tiene un villano muy interesante, con motivaciones, emociones y una personalidad muy definida, aunque ALERTA SPOILER al final sea un personaje desechado en su clímax, con un giro de tuerca incoherente y poco convincente, sin mayor justificación que montarse el pretexto para la última secuencia que da cierre a la temporada. FIN DE LA ALERTA SPOILER.
Pero en estos días, donde series como Game of Thrones han perdido todo el sentido lógico para ganar muchos más puntos en ritmo y emoción, pueden ser perdonados esos giros que extienden el drama y la emoción, aunque carezcan de coherencia si se piensan demasiado.
La armonía de los colores es perfecta…
La propia secuencia de créditos de la serie plantea la dinámica que adopta con su fotografía, aplicando una paleta de colores distinta para cada personaje, e intercalando sus estilos para lograr una armonía contrastante pero muy agradable a la vista.
Es así como resulta posible seguir un divertido juego de colores, para delinear qué escena pertenece a cuál línea argumental, con secuencias en rojo para Daredevil, azules para Jessica Jones, amarillo casi ambar para Luke Cage y verdes frías para Iron Fist.
El juego visual es impresionante y explota al máximo las posibilidades de una producción que intenta estar a la altura de las cintas del universo cinematográfico de Marvel, aunque su presupuesto es a todas luces menor.
Pero The Defenders triunfa en este apartado de manera contundente, y se convierte en su virtud más grande. Lo que se ve en pantalla es agradable, impresionante y divertido.
Sin embargo, la trama en sí tiene un talón de Aquiles muy serio que arruina en cierta medida el balance de todo.
…pero Iron Fist es un imbécil
The Defenders funciona como una suerte de mezcla entre tercera temporada de Daredevil, que resulta espectacular y digna con respecto a lo que se ha venido haciendo con esa serie, y una segunda temporada de Iron Fist, que es mejor que la primera, pero no tanto.
Las historias de Matt, Luke y Jessica resultan bastante interesantes, a pesar de las divagaciones ocasionales, no se convierte en un impedimento para disfrutar lo que hacen y dicen, pero la trama con Iron Fist y las decisiones que toma ante sus conflictos van entre lo absurdo e irritante.
De modo que Iron Fist se convierte en un lastre, limitando su personaje a ser únicamente el tipo que se equivoca y complica todo con cada acción que comete.
Si a eso se le agrega que la actuación de Finn Jones es la peor de todo el reparto, este elemento se convierte en el principal problema de The Defenders, aunque irónicamente su trama es el hilo conductor de casi todo.
Una serie muy divertida que no es el equivalente a The Avengers
Al final The Defenders es una serie, que al compararse con todas las demás de Marvel en Netflix resulta tener un buen ritmo y divierte bastante.
No carga con tanta paja en sus episodios, y la acción es trepidante en general. Se siente espectacular y demoledora comparada contra Iron Fist, aunque no supera a la segunda temporada de Daredevil.
En resumen, The Defenders no es mala. Entretiene bastante, sobre todo en el aspecto visual, pero queda la sensación de que no está a la altura de lo que exigía esta reunión de héroes.
