Recuerdo que hacia finales de los años 80 había un comercial de unos juguetes de la serie animada de Los Cazafantasmas donde el narrador mencionaba que la franquicia era “terror, pánico, angustia”. El yo niño de ese entonces ya encontraba curiosa la mención, considerando que esa serie tenía un tono muy light y nada acorde a la frase del comercial.
¿Por qué traigo esto a colación? Porque alguien me preguntó como definir Resident Evil 7 en una frase y lo primero que se me viene a la mente es ese comercial: Terror, pánico, angustia. Pero de verdad.
Nuevos elementos, viejas sensaciones
Que la séptima entrada numerada de la franquicia es diferente a las demás no resiste ninguna discusión. Partiendo por la perspectiva; Resident Evil comenzó con un sistema de cámaras fijas, luego mutó a una cámara sobre el hombro muy útil para la acción de los últimos juegos. ¿Y ahora? Una cuidada perspectiva en primera persona con un ángulo de visión super cerrado que potencia aquella sensación de que a cada giro o cada puerta abierta aparecerá algo encima de uno sin avisar.
Por supuesto, hay más diferencias con entregas anteriores y particularmente con los juegos 4, 5 y 6 de la saga. Y es que el tono más desenfrenado y orientado a las balas quedó casi completamente de lado; Resident Evil 7 es un juego pesado, denso y pausado, donde de forma constante hay que revisar el mapa y estudiar el siguiente paso con cierto cuidado. ¡Por fin! volvemos a un Resident Evil donde disparar a lo loco no siempre es lo más recomendable, sobre todo por la escasez de recursos (o porque a veces hay más de los que caben en el inventario y llega la hora de saber gestionar).
El ritmo de todo el juego está muy bien balanceado y cuidado, amén de que el tono de la sección inicial va variando un poco a medida que pasan las horas. La tensión que se sufre al pasear por la casa principal es radicalmente diferente a la que hay en el barco del último cuarto, pese a que los enemigos no varían demasiado ni tampoco la frecuencia con la que aparecen.
Es notable la manera en que Capcom dio al clavo al momento de diseñar el juego y repartir los obstáculos por el escenario. De la misma forma, es también notable la sensación de recorrer zonas y que al final parezca que el paseo ha sido largo, cuando en realidad se han recorrido unas pocas salas y se han eliminado con suerte cinco enemigos.
Pero claro, todo se hace con mucho más cuidado a sabiendas de que en cualquier momento aparece una señora en silla de ruedas que recorre salas y escaleras como por arte de magia. Y su sola presencia es capaz de generar más angustia que en cualquier juego anterior por completo.
Resident Evil puro.
Es necesario también mencionar que Capcom potenció ciertos elementos que andaban medio perdidos pero que aquí toman mucha más preponderancia, como ser los puzzles. Que no, no son nada complejos pero que -y sobre todo en la casa principal- requieren hacer backtracking y recorrer salas ya pasadas para encontrar pistas o soluciones.
¿El “problema”? Después de un rato, quería cerrar la puerta de esa casa por fuera y no volverla a abrir.
En Resident Evil 7 se hace todo lo que en un Resident Evil “normal” siempre se hizo. Es mejor evitar disparar pero cuando hay que hacerlo, la sensación es sólida y las armas son tan diferentes entre sí que obligan a encarar los enfrentamientos de forma diferente. Explorar es necesario porque hay muchas cosas dando vueltas por ahí que son obligatorias de encontrar para seguir avanzando o al menos, útiles para aligerar el trabajo. Hay que enfrentar a jefes grotescos que no son tan difíciles pero su punto débil no siempre es evidente. Y en ese tiempo de estudio, es fácil terminar en Game Over.
Conclusión: Una pequeña obra maestra
Más importante que los elementos que se agreguen o quiten al juego, es el sabor final que deja este Resident Evil como hace mucho tiempo no lo dejaba un título de la saga. Resident Evil 7 es un juego que agobia, que produce angustia gracias a esa estética tan de película de “material encontrado” -con un guión tan sencillo como efectivo, ¿por qué no lo intentaron antes?- que si bien ya no sorprende a nadie, cuando se aplica bien sigue siendo muy efectiva.
Y Capcom, sobra decirlo a estas alturas, trasladó aquella estética de forma magistral a un videojuego. Discutir si le hace honor a la saga o no es frugal, porque evidentemente y con el paso de las horas en la historia (10-12 de duración en total) queda bastante clara la conexión al universo Resident Evil, más allá de que los apellidos tradicionales Kennedy y Redfield pasen a tercer plano. Por contrapartida, la familia Baker desde ya reclama su merecido espacio dentro de la galería de villanos.
Resident Evil 7 es una pequeña obra maestra que muchos creíamos Capcom no era capaz de producir en 2017. Equivocados estábamos. Háganse un favor y juéguenlo.
Lo mejor:
- La atmósfera tan agobiante
- Vuelven los puzzles, vuelven los guiños a los juegos antiguos
- La familia Baker
Lo peor:
- Nada