Esta es una de esas historias que nos hacen querer decir “no me gusta decir ‘te lo dije’, pero te lo dije”.
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En mayo pasado, un inglés llamado David Carlin decidió salir a navegar en su barco de madera utilizando solamente su iPad como herramienta de navegación y guía. Teniendo en cuenta que su nave es de la época de la Segunda Guerra Mundial, el valor histórico del bote en cuestión es considerablemente alto, por lo que es lógicamente necesario cuidarlo de la mejor manera posible. Por ese motivo, quizá, es que el sujeto decidió que solo depender del iPad como brújula y guía realizaría dicha tarea de buena manera, o esa creemos que fue su cadena de razonamiento.
Y de hecho todo iba bien hasta que zarpó del puerto, pero una vez que había avanzado unos cuantos metros, el iPad perdió la conexión Wi-Fi, y con ello, también el control de su embaración. Lo que siguió fue obviamente un desastre de proporciones transoceánicas, y ya se puede intuir gracias a la foto de portada; según consigna hoy The Next Web, Carlin, perdido en el mar, chocó con otro vehículo y hundió su barco.
Lo sorprendente, eso sí, no para acá. Obviamente Carlin fue despedido de su trabajo y multado con GBR £3000, sin embargo el capitán de la nave que chocó el marino inglés (un carguero de DFDS Seaways infinitamente más grande en tamaño respecto al barco de madera en cuestión) no se percató del choque, lo cual le significó, además de los -pequeños- daños materiales, también ser multado por la misma cantidad de dinero, informa The Sun.
La historia, si bien suena increíblemente absurda -y de hecho lo es, seamos honestos-, también demuestra el sorprendente nivel de dependencia que tenemos con nuestros dispositivos y lo increíblemente fácil que es provocar grandes destrozos gracias a ellos, o bien con la tecnología en general, producto de nuestro propio desconocimiento (a modo de ejemplo, ¿qué hacía conectado a una red Wi-Fi en medio del mar?).
El relato de lo sucedido en aguas británicas ha sido ampliamente consignado por otros medios, los cuales también enfatizan en este punto y es que, si no somos capaces de educarnos más y ocupar nuestro sentido común, vamos a terminar hundidos en el mar, sin nuestro iPad y viendo cómo un barco de la Segunda Guerra Mundial se hunde gracias a nuestra propia estupidez.
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