Columna

Adiós, 2016: Los fails del año en la industria tecnológica

No fue un buen año para la industria tecnológica, ya que la credibilidad de las marcas se vio en juego durante todo este 2016.

Sobre el 2016 podemos decir muchas cosas. Que fue un año malo, que murió una cantidad exagerada de gente que no tenía que morir aún, o incluso que en la industria tecnológica hubo más errores que aciertos, sin embargo lo que nos atañe como medio de tecnología es justamente esto último.

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Durante este ciclo solar hemos visto cómo Apple fue vapuleado por su MacBook Pro con Touch Bar, cómo Samsung tuvo un año para el olvido en demasiadas cosas, cómo Pebble se transformó en la promesa que jamás se cumplió, y cómo otras empresas más pequeñas también auguraban mucho éxito, pero después de un tiempo simplemente se desvanecieron.

El objetivo de esta columna no es apagar el fuego con bencina, sino observar estas falencias -muy graves en algunos casos- y criticar desde un punto de vista lógico y constructivo. Dejamos claro esto antes de que salten algunos a decir que “este fue el año de Linux”, porque claramente no lo fue.

El MacBook Pro y su TouchBar

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Recuerdo cómo hace no muchos años atrás todos esperábamos las keynote de Apple para ver con qué nos sorprendían esta vez, y la mayoría de las veces resultaba satisfactorio ver cómo Tim Cook o Craig Federighi se paseaban por el escenario para mostrarnos productos innovadores. Este año vimos cómo la empresa presentaba un nuevo iPhone, sistema operativo y terminales portátiles, sin embargo los resultados dejaron mucho qué desear.

El iPhone 7 era la promesa del móvil que todos queríamos tener, pero que todos terminamos también por rechazar. Por mucho que tenga características increíbles como el 3D Touch, la carencia de un conector jack para los audífonos normales es imperdonable, y dejó a más de alguna persona molesta con la empresa por tamaña decisión. Además, los AirPods -los parlantes especialmente diseñados para este aparato- comenzarían a llegar algún tiempo después de haber lanzado el equipo (y eso sin mencionar lo fácil que es perderlos).

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De la misma forma, la falta de conectores y puertos USB en la nueva MacBook Pro nos terminaba por irritar aún más, pero no fue sino hasta un par de meses cuando la debacle comenzaría en serio.

Apenas se puso a la venta, el dispositivo prometía 10 horas de funcionamiento continuo, cuando en términos prácticos no llegaba ni a la mitad. Cuando los usuarios hicieron notar la falla, la compañía se puso a trabajar de inmediato en un parche para solucionar este tema, no obstante el remedio resultó ser quitar el tiempo estimado de batería de la barra de menú. Todo mal.

Adiós, Pebble

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Pebble siempre la eterna promesa en la industria de los relojes inteligentes. Ya desde el año pasado sonaba a la mejor opción para comprar uno de estos dispositivos, sin embargo todos los augurios terminaron en absolutamente nada durante este 2016.

A comienzos de diciembre nos enteramos de que la compañía no estaba dando los resultados económicos esperados, pero nunca nos esperamos que la firma cerrara definitivamente para luego ser adquirida por Fitbit.

No sabemos a ciencia cierta qué será lo que le espera a la marca en el futuro, más allá de tener que cancelar algunas de las compras que fueron realizadas tras los anuncios de los Pebble 2, Time 2 y Pebble Core, sin embargo tenemos la desazón de saber que una buena idea se fue al tarro de la basura.

Oombrella y otro fracaso del crowdfunding

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Otro proyecto que parece estar completamente desaparecido desde hace unos cuántos meses es Oombrella, un paraguas que prometía avisarnos cuándo comenzaría a llover cambiando de color. La idea nació en Kickstarter, sin embargo tuvo que pasar también por Indiegogo para llegar a su capital inicial ideal, dando señales de que el financiamiento social dejó de ser una posibilidad hoy en día, o bien es un signo de que la idea derechamente no es rentable.

Una vez que la empresa llegó al monto establecido para comenzar a funcionar, desaparecieron del mapa, limitándose a enviar correos para calmar las aguas, sin embargo seguimos sin tener señales del paraguas.

De más está decir que el último post en Facebook de la marca data de agosto de este año, en donde adjuntan el link de Indiegogo y nada más.

Gracias a los dos puntos anteriores, podemos inferir que algo pasa con las plataformas de crowdfunding, ya que si bien en algunos casos resultan exitosas, no siempre terminan en un muy buen puerto. Este juicio obviamente se basa en los dos casos anteriores, sin embargo hay muchos buenos proyectos que han pasado también por este lamentable proceso, lo que quizás algo nos quiere decir. Si este será el comienzo del fin de estos sitios, sólo lo dirá el tiempo.

Samsung: Galaxy Note 7, lavadoras y corrupción

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El año de Samsung ha sido de lo más difícil, y por mucho que nos guste la marca -o no-, no hay que ser un genio para darnos cuenta de esto.

Todo comenzó mal con el Galaxy Note 7, teléfono que incluso hoy sigue generando noticias que rozan el absurdo. Todo pintaba para bien con el teléfono, ya que era un buen ejemplar de lo que debía ser un phablet (dentro de todo), sin embargo cuando comenzaron las explosiones en distintos lados del mundo, todo se tornó color de hormiga para la compañía coreana.

Luego le siguió el caso de las lavadoras explosivas, caso que es igual de grave que el de los celulares, pero que ya tenía un matiz algo más serio dado que se trataba de un electrodoméstico de uso casero, que obviamente se encuentra en el lugar que ocupamos para desarrollar nuestras vidas.

Cuando todo no podía ir peor para los coreanos, llegaron las acusaciones de corrupción para su presidente, Lee Kun-hee, quien fue acusado de incitación a la prostitución y posteriormente de sobornos al gobierno local, entre otras compañías de este país (cabe destacar que Samsung no se vio relacionado directamente con estos incidentes, sino que sólo su presidente). Esto último, por lo demás, resultó en la destitución de la Presidenta de la República, Lee Kun-hee, lo que obviamente no es algo menor.

Por muchas razones, este año nos dejó claro que incluso los grandes son capaces de fallar estrepitosamente, no obstante esperamos que todo mejore en el futuro cercano, no por el bien de las empresas, sino que por el bien de quienes resultan ser los afectados directos de estas malas decisiones, nosotros, sus usuarios.

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