PS4, Xbox One, PC Raven Software Activision
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La petición que hace un tiempo hizo uno de los creadores de Call of Duty 4 (“No estropeen la remasterización”) hizo eco fácil de todos los jugadores que disfrutamos del juego en su momento y por varios años. Call of Duty 4 tiene un bien ganado status de culto y como dice el dicho, si algo está malo no hay para que arreglarlo.
Si hablamos de jugabilidad, Modern Warfare no tiene nada que corregir. La base de todos los Call of Duty modernos se definió con aquel juego. Entonces, Activision hizo lo lógico: no modificó esa base, pero si le lavo la cara al juego. Y vaya que bien quedó, al punto que “Remastered” parece quedarse un poco corto. “Remake” sería más apropiado.
Quizás en un principio, visualmente Modern Warfare Remastered no sorprende porque hemos visto cosas espectaculares en los últimos años y los shooters en primera persona son por lo general un showcase de nuevas tecnologías (Killzone, Halo, Battlefield). Pero es cosa de poner lado a lado el original de Xbox 360 con la nueva versión de PS4 para notar que el trabajo de Raven Software fue de joyería.
No es solo el aumento de resolución lo que hace que Modern Warfare Remastered se vea mejor. Es la mezcla de elementos visuales los que lo mejoran a gran escala. Las explosiones en ciertas misiones ahora son más grandes y más auténticas. La iluminación mejora los paisajes. Esos mismos paisajes a larga distancia se ven más claros, incluso en escenarios nocturnos. El framerate es impecable y los 60 cuadros (o cercano a eso) de Xbox 360 están presentes, por lo que el control del juego es tan ágil como siempre lo fue. La explosión nuclear en Medio Oriente mientras vamos sobre el avión es más brutal aún. Los escenarios ahora están más “sucios”. Los personajes no solo tienen mejores texturas, sino también más polígonos y no tienen mucho que envidiar a cualquier modelado actual.
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La campaña de Modern Warfare nunca fue de las más largas pero sí de las más recordadas gracias a su excelente ritmo, intercalando misiones totalmente explosivas y llenas de lluvias de balas, a otras bien pausadas donde hay que seguir al Capitán Price por parajes varios mientras se escapa del enemigo. Esta remasterización no modificó en nada (excepto en detalles mínimos) el diseño de niveles ni todo lo que contienen y eso es bueno porque Call of Duty 4 en realidad no tenía nada que cambiar. Por lo tanto, si ya se conocían ciertas rutas de memoria las pueden volver a usar. La IA de los enemigos es la misma y el respawn infinito está presente, lo que obliga a avanzar por niveles o nunca dejarán de salir enemigos. Aquello fue corregido en los siguientes juegos, pero es parte del ADN de Call of Duty 4 y me parece bien que se haya dejado.
Todo lo anterior es en referencia a la campaña en solitario de Modern Warfare Remastered, la única porción del juego disponible en este momento (recordemos que se activó solo para quienes adquirieron cierta versión de Infinite Warfare en preventa). Falta todavía ver lo que hay en el multijugador y sus legendarios mapas, pero si el modo en solitario es un adelanto entonces no habría nada que temer. La remasterización de Call of Duty 4 es el perfecto ejemplo de como debe hacerse una remasterización; es hasta curioso que la misma Activision nos haya regalado antes refritos carentes de todo afecto. Por suerte, no es este el caso.
A diferencia de otros juegos de la misma era que se traen al presente, Call of Duty 4 no se siente para nada añejo; por el contrario, el hecho de que sea más dinámico con momentos altos y bajos durante las seis horas de la campaña inevitablemente crean la pregunta: ¿Fue Modern Warfare un adelantado a su tiempo? ¿O en realidad son sus pares los que poco han avanzado y mucho se han estancado? Personalmente, creo que es una mezcla de ambas cosas. Pero no deja de ser un detalle menor que, nueve años después, un juego de un género plagado de exponentes siga inmune al paso de los años. Eso es Call of Duty 4.