El sexismo es un fenómeno que está presente en todo tipo de obras y producciones realizadas por las personas. Como tal, el mundo de los videojuegos no ha estado exento de problemas con respecto a este tópico, conociéndose varias polémicas que en gran parte de los casos son entendibles, aunque en otros de verdad parece que somos testigos de otro inconveniente: La hipersensibilidad. Para ejemplificar esto último revisamos lo que ocurrió con Overwatch de Blizzard.
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El título de disparos en primera persona fue bastante criticado durante el último tiempo, producto de un detalle que algunos consideraron que no correspondía, como lo eran las poses de victoria de Tracer, protagonista de esta aventura, las que pudieron ser vistas gracias a una beta privada.
En los foros oficiales del juego, algunos usuarios como Flipps señalaron que la intención de sexualizar al personaje no alimentaba en nada a la hora de poder dotarlo de una personalidad, y que solo lo reducían a un mero sex-symbol, desperdiciando así su verdadera esencia, que apunta a ser una mujer divertida y hábil. Otros en tanto han expresado que simplemente se trata de una figura ficticia y que no se debe tomar con tanta seriedad. En pocas palabras, se registró un debate que contó finalmente con la participación del director del juego, Jeff Kaplan.
El desarrollador comentó en un principio que cambiarán la pose de la heroína por otra y que lo último que buscan es poder incomodar a alguien. Además, profundizó en que la silueta que utilizarán irá más a tono con las características que buscan transmitir con Tracer. De paso, aclara que la decisión no es solo por los berrinches, sino que se determinó tras un análisis con el equipo creativo y que obviamente la modificación no alterará la diversión.
Como era de esperar, la respuesta no dejó a todos contentos, y deja abierta varias preocupaciones de cara a lo que viene para la industria de los videojuegos. Para comenzar, es cierto que existe una diversidad de opiniones y no todos pueden quedar contentos con ciertos trabajos. Podemos tener nuestras críticas y visiones que harían (desde nuestra óptica) que un determinado objeto, obra, producto o artículo sea mejor. Eso es una cosa. Otra es pensar que este tipo de resquemores harán que este mercado siga madurando, como lo ha venido haciendo, y pueda compararse a áreas como el cine y la música.
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¿Desde cuándo que los contenidos más a fines de adultos deben ser excluidos per se de los videojuegos?, ¿por qué, en el cine, no existen este tipo de problemas en producciones que van destinadas a cierto público (y que se saben de antemano) y en cambio en los juegos sí pasa?, ¿por qué seguimos pensando en el entretenimiento electrónico como “algo de niños”? Por otro lado, son este tipo de fenómenos que hacen que la discusión en torno al sexismo se vuelva a veces pueril y se diluya a tal punto de quedar solo marcado como una exageración.
Por último, si observamos la pose en cuestión, solo queda preguntarnos: ¿De verdad valía la pena?
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