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A inicios de la década pasada, los usuarios del mítico (y poco valorado) Gamecube disfrutaron de la exclusividad de algunas partes de una saga que en esos años gozaba de una importante vitalidad como lo era Resident Evil, gracias al éxito alcanzado en la PlayStation. Ironía de la vida o no, los jugadores que disponían de la consola de Nintendo eran la envidia de quienes poseían la de Sony y eran fans de este survival horror de Capcom, entre ellos yo.
Fueron 14 años los de espera hasta que por fin pude probar quizás el último vestigio de aquellos clásicos de PSX o Dreamcast (por el caso de Código Verónica), y si bien la espera fue larga y con una recompensa satisfactoria, el paso del tiempo no ha sido en vano.
Resident Evil Zero Remastered narra la historia de Rebecca Chambers en la previa del incidente ocurrido en el Arklay Research Facility y que dio paso a toda una franquicia exitosa. Un título que nos pone en la piel de una inexperta agente del grupo S.T.A.R.S. y que debe arreglárselas para sobrevivir junto con Billy Coen, ex teniente de los Marines. Entre ambos, deberemos resolver todo lo acontecido a la hora del surgimiento de la Corporación Umbrella, enfrentando en el camino a monstruos de todo tipo como escorpiones y murciélagos mutantes, además de los tradicionales zombies.
Una historia que hasta allí luce común, pero atractiva, aunque con el correr de los pasajes del juego va teniendo algunas falencias. El género del Survival Horror ha ido evolucionando y títulos como este se sienten en estos tiempos un poco anticuados. Se rescata la esencia de la saga Resident Evil, su identidad se encuentra en cada escena, cada misterio, cada acertijo (que no son muchos y varios forzados) que hallamos en nuestra aventura, pero los tiempos han cambiado.
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Varios puntos en los que afloja este episodio tienen que ver con la primera parte remasterizada. Si aquella fue una obra incomprendida en su momento, a pesar de su excepcional historia y gráfica, en Zero se intenta innovar y lograr cierta distancia con aquel capítulo, pero no lo ejecuta de buena forma.
Como muestra de aquello está el sistema cooperativo entre Rebecca y Billy, en el que deberemos ir intercalando los personajes para poder resolver ciertos eventos de la historia. O en algunos casos, tendremos que ayudarnos entre sí para solventar algún problema. Un sistema interesante en un comienzo, pero que luego se nota poco natural o insuficiente. Parece ser que en Resident Evil la acción entre 2 personajes no resulta conveniente (como pasa en Zero y en la quinta parte).
El factor anterior también conspira (o bien da un factor estratégico) a la hora de planear la forma de abordar el juego. Todos sabemos que un elemento importante en Resident Evil son los ítems que hallemos y que podemos ir guardándolos en nuestros itinerarios o baúles… ¡Error! Esto último no podrá ser, ya que no contaremos con lugares para recolectar objetos y tendremos que apelar a nuestro ingenio para ver qué tomaremos y qué debemos dejar en el camino. A algunos les podrá atraer esto y da quizás una visión más dinámica a la hora de enfrentar la historia, pero resulta a veces una forma obligada de otorgar dificultad a un juego que ya requiere de cierta precisión. Sin embargo, se mantienen otros aspectos característicos, como el guardado en la máquina de escribir.
Independiente de estos factores, lo que sí logra ser un adimento que se agradece (y que ya se vio en la primera parte remasterizada) es la modificación del control. Ya no tenemos que soportar ese manejo pesado de los primeros juegos, aunque a veces puede confundir gracias a la cámara estática que posee cada escenario en el que nos movamos.
Tomando esto último, párrafo aparte merece el detalle que se observa en los paisajes de este episodio. Si hace 14 años los gráficos fueron de lo más destacado de la sexta generación de consolas, hoy lucen también muy atractivos, e incluso en algunos momentos más agradables que en la remasterización del primer episodio. La iluminación y las texturas cumplen en su visualización, aunque todo sea dicho que algunos detalles sí sufren el paso del tiempo, como por ejemplo los cuerpos de los protagonistas.
Por último, otro de los elementos “diferenciadores” es la presencia del Wesker Mode, que se consigue tras terminar el juego (que puede ser terminado en poco más de 7 horas de juego). Allí, podremos ponernos en la piel de uno de los villanos más reconocidos de la franquicia en un formato que…es raro. Digo esto porque si bien contamos con varias ventajas, como reaccionar a una súper velocidad, se esperaba que tuviera algo más que ofrecer y no ser un mero relleno para otorgar cierta rejugabilidad.
Conclusión: Un título ideal para los fans de la saga, más que a todos
Si algo se puede resumir de Resident Evil Zero es que el factor nostalgia está presente y quizás ese sea justamente su bajón principal. Si el remake de la gloriosa primera parte de Gamecube llegó y respondió a un pedido histórico por muchos fans, la precuela sufre los mismos vacíos que tuvo en su estreno, cuando también pasó como un título más de la franquicia, a pesar de ser el último con aquel estilo y presentación, esa que finalmente quedó enterrada con Resident Evil 4.
Para los que no han tenido la oportunidad de verlo, merece la pena y disfrutarán de la historia de Rebecca con Billy, que es una de las más cortas de todas formas en los juegos de la saga. Para otros, quizás el paso del tiempo los haga ver que por algo quedó en el baúl de los recuerdos, ese factor que justamente no está presente en este episodio.
Resident Evil Zero HD es un imperdible para los más acérrimos seguidores de la saga, pues mantiene el espíritu de la saga que fue un éxito durante la pasada década. |