Un experto en futurología, el Doctor Ian Pearson, ha publicado un reporte de proyecciones sobre lo que viene en materia de sexualidad y tecnología para los humanos, estimando que nuestros hábitos cambiarán más pronto de lo que creemos, a un grado tal que dentro de 35 años el sexo con robots será mucho más popular y probable que el sexo con humanos.
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De acuerdo con la visión de su reporte la pornografía en internet quedará relegada a un segundo plano, como las viejas revistas para adultos de tu padre, para ser remplazada por el sexo virtual, a través de dispositivos como el Oculus Rift por ahí del año 2030, para luego dar paso al sexo con robots una década después.
Es un hecho innegable que la robótica está avanzando a pasos agigantados y se encuentra cada vez más cerca de superar el Valle Inquietante. En días recientes Softbank puso de manifiesto su desacuerdo con la idea de que los usuarios realicen prácticas sexuales con su robot Pepper, pero siguiendo el estudio de Pearson esto es una tendencia prácticamente irreversible.
Una transición gradual
De acuerdo con el análisis de Alphr, sobre el reporte del futurista británico, la evolución que desembocará en el sexo con robots será gradual, impulsada por el auge del sexo virtual en 3-D que comenzará a complementarse con el uso de juguetes sexuales para interactuar con la realidad virtual. Lo que llevará eventualmente al sexo con robots:
Mucha gente tendrá al principio reservas a mantener relaciones sexuales con un robot. Pero conforme vaya mejorando el comportamiento mecánico, la inteligencia artificial y la apariencia de las máquinas, los prejuicios se irán evaporando y la gente acabará conectando emocionalmente con ellos.
Esta tendencia (y gusto) por el sexo virtual llegaría a tal grado que para 2050 el mercado sexual sería hasta siete veces mayor que el actual, logrando este escenario donde el sexo con robots se volvería más popular, factible y hasta frecuente que el sexo entre humanos.
Las proyecciones del especialista son atrevidas, pero integra el factor de la conexión emocional con los robots, lo que representa un factor potencialmente certero.