En una entrevista para la BBC, Katheleen Richardson Doctora de ética robótica en la Universidad de Leicester, Inglaterra, se declaró en contra del desarrollo de la robótica para fines de compañía sexual y está interesada generar conciencia en contra de esta rama de la robótica avanzada que se puede adquirir por sólo USD $7.000.
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El comercio de la sexualidad es un tema que trasciende etnias, cultura y tecnología que apela directamente a nuestra humanidad. Muchos lo rechazan por considerarlo un trabajo indigno, otros no están de acuerdo porque representa algo demasiado íntimo como para compartirlo con cualquier persona. En la robótica la discusión prácticamente no ha existido y no son pocas las empresas ni los avances en este campo.
“El interés por los robots sexuales parece estar creciendo en la industria de la robótica y los modelos que diseñan – cómo se ven, qué roles pueden jugar – son bastante perturbadores. Creemos que la creación de robots de este estilo contribuye al deterioror de las relaciones entre el hombre y la mujer, adultos y niños, hombres y hombres o mujeres con mujeres“, explica la doctora Richardson.
En la ciencia ficción existen varias referencias al comercio sexual robótico e incluso a la posibilidad de generar una relación sentimental con una inteligencia artificial que a veces ni siquiera tiene un cuerpo. Sin embargo, actualmente no hay que ir a la robótica imaginaria para encontrar este tipo de máquinas. Empresas como Abyss Creation y True Companion han hecho impresionantes avances en el desarrollo de los sexbots, al punto que es bastante difícil olvidar que se trata de un objeto inanimado.
“No estamos suplantando a la esposa o tratando de reemplazar a una novia. Esta es una solución para gente que está entre relaciones o alguien que ha perdido una esposa. La gente puede encontrar felicidad a través de vías alternativas a la interacción humana”, Douglas Hines Ejecutivo de True Companion.
La empresa True Companion es responsable de la creación de Roxxxy, un robot que apunta ser más que sólo una compañía sexual, al tener planificado incorporar una inteligencia artificial que le permita aprender los gustos de su dueño y tener conversaciones. Y si de otro tipo de necesidades se refiere, la robótica sexual no discrimina y también existe una versión masculina: Rocky.
Especialistas como el Dr Kevin Curran, opinan “hay que ser muy inocente para ignorar la fuerza del mercado hacia ‘robots íntimos’. Construir un robot que parezca humano es bastante fácil una vez que sabes la mecánica”. Asimismo, el académico prevé que pronto comenzarán a aparecer grupos que reclamen en contra del comercio sexual robótico y que incluso podríamos comenzar a debatir sobre la creación de nuevas leyes que les permitan adoptar niños humanos e incluso casarse entre ellos.