Vivimos tiempos complejos, luego de episodios como el incidente con Hacking Team, donde quedo claro que la privacidad de los usuarios y su información personal es extremadamente vulnerable, el factor más alarmante fue sin duda la participación directa de diversos gobiernos, como clientes directos de estas compañías dedicadas a vigilar y espiar a los ciudadanos.
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Por ello no son de extrañar las nuevas declaraciones del nuevo jefe de privacidad de la ONU, Joseph Cannataci para ArsTechnica, quien ha calificado a la vigilancia que hoy por hoy se vive en el Reino Unido, como «peor que en 1984», la emblemática novela de George Orwell, donde el Gran Hermano fungía como gobernante omnipresente de una sociedad londinense futurista.
No son noticias nuevas, hay varios sucesos documentados que constatan el alto nivel de vigilancia que se vive en ese país. La situación para Cannataci es alarmante y amerita acciones inmediatas, para intentar regular el nivel excesivo de intrusión que vive la sociedad británica en estos días:
Hoy en día hay muchas zonas del campo, donde hay más cámaras que las que George Orwell podría haber imaginado. La situación en algunos casos es mucho peor. El mundo necesita una convención de Ginebra de Internet para defender los datos y combatir la amenaza de la masiva vigilancia digital clandestina.
Estas declaraciones han hecho eco hasta The Guardian, quienes contactaron al funcionario y ahondaron sobre las labores de Cannataci como jefe de privacidad de la ONU, con capacidad para revisar las políticas gubernamentales de recolección de datos personales, los protocolos de vigilancia digital y la identificación de actividades que atentan contra la protección a la privacidad de los ciudadanos.
Si esta es la postura de Cannataci, lo mejor que podemos concluir es que el escenario real, ese que no conocemos la mayoría de las personas comunes, es extremadamente delicado.
La sociedad que vimos en 1984 a simple vista no tiene ninguna relación con la actual, pero hay detalles donde los paralelismos son tan perturbadores como incómodos.