La humanidad no sólo se ha encargado de contaminar continentes, océanos y el aire que respiramos, sino que también ha sido la encargada de ensuciar la órbita del planeta.
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Desde mediados del siglo XX, con el lanzamiento del Sputnik hasta la actualidad, las agencias aeroespaciales han llevado al espacio tantos desechos que ponen en peligro a las futuras misiones, a la Estación Espacial Internacional y a los satélites que orbitan alrededor de la Tierra.
De acuerdo a la BBC, actualmente existirían más de 100 millones de objetos de un tamaño superior a 1 milímetro, que avanzan a velocidades de más de 28.000 kilómetros por hora. Es decir, que fácilmente pueden dañar o destruir un satélite.
Esto bien lo saben los encargados de la Estación Espacial Internacional, que solo el año pasado tuvo que sacarle el quite tres veces a restos que pusieron en peligro la continuidad del proyecto. Asimismo, los astronautas deben habitar en zonas de extrema seguridad ante el impacto de estos trozos metálicos.
El problema mayor es que al existir tanta basura, ésta puede colisionar y multiplicarse. Para ello, la Agencia Espacial Europea se encuentra desarrollando la misión “e.Deorbit” que consiste en el retiro del espacio de satélite europeo de grandes dimensiones. Existen varios riesgos, de hecho usarán una especie de arpón para poder “atrapar” el satélite, aunque si resulta, podría marcar el camino para la limpieza de la órbita.
Pero la tendencia no es a disminuir la basura, cada vez son más las empresas tecnológicas que están poniendo pequeños satélites en el espacio, lo que podría conllevar a la comercialización del espacio.