Tres años han pasado desde que Julian Assange, director de WikiLeaks, entró a la embajada de Ecuador en Londres ante la persecución de la justicia sueca. Tres años han pasado desde que el informante, acusado de un caso de abuso sexual en 2010, no hay podido salir de la instalación diplomático por temor a ser extraditado a Estados Unidos, donde enfrenta acusaciones hasta por 45 años de prisión.
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Por supuesto, el exilio no ha impedido a Julian Assange seguir con sus actividades. WikiLeaks sigue siendo una fuente constante de filtraciones; las más recientes, sobre cables diplomáticos relacionados con el Medio Oriente, así como el anexo del capítulo de salud del TPP y la segunda parte de los documentos extraídos de Sony Pictures.
Sin embargo, en el juicio personal que afronta Assange, poco se ha avanzado. Fue apenas en marzo de 2015 que las autoridades suecas accedieron a entrevistarse con él en la sede en Londres. El Reino Unido se ha negado a confirmar o negar si ha recibido una orden de extradición, aunque el gobierno británico sí ha declarado públicamente que arrestará a Assange en el momento en que abandone la embajada.
A tres años, la libertad de Assange no parece estar próxima. El periodista australiano podría presentar cargos en Estados Unidos por delitos como espionaje, conspiración, robo de propiedad del gobierno, y violación del Acta de Fraude y Abuso Informático. Además, mantener la vigilancia sobre Assange le ha costado al gobierno británico USD$17.8 millones, y la cifra va en aumento conforme pasen los días. ¿Hasta cuándo?