Desde que se informó que el gobierno de la Ciudad de México está realizando un operativo para quitar de circulación a taxis piratas y vehículos no autorizados que ofrezcan servicios de transporte, incluídos Uber y Cabify, la comunidad en redes sociales se lanzó a la defensa de estas empresas, especialmente de Uber, creando un trending topic en Twitter con el hashgtag #UberSeQueda.
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La reacción de la mayoría de la gente y medios de comunicación, como el caso de Publimetro, ha sido en favor de estos servicios privados de transporte, como se autodenominan. Y no es para menos, pues ofrecen un servicio de más valor que, casi siempre, es más barato que el de taxis tradicionales. Pero para Uber y compañía, esta serie de problemáticas en su contra no es algo nuevo, pues ya han tenido serios enfrentamientos con grupos de taxistas y autoridades en algunos países de Europa y América. Incluso, el tema de la privacidad en Uber es algo que merece especial foco de atención por algunas prácticas dudosas, esto último de acuerdo al NYTimes. Pero, ¿y los usuarios? Y ese es un punto de discusión entre lo que queremos los usuarios, los taxistas tradicionales y las mismas autoridades de cada país.
Veamos mi caso personal. Yo soy usuario habitual de Uber. Lo prefiero a cualquier tipo de sistema de transporte público de la Ciudad de México. Mi situación es un tanto particular, como la de millones de personas que vivimos en la llamada Zona Metropolitana; este lugar que incluye al Distrito Federal y zonas alrededor del Estado de México. Esta famosa Zona Metropolitana se rige con sus leyes individuales, y sus propios sistemas de gobierno, policia y transporte, entre otros. Aunque para nosotros, simples mexicanos, se trata de exactamente lo mismo, pues no hay fronteras, aduanas y la moneda que usamos es la misma: el peso.
Yo, como millones de mexicanos, me muevo del Estado de México al Distrito Federal. De mi casa, al trabajo. Aproximádamente 20 kilómetros de distancia. La cuestión con el transporte es precaria. Así suceden las cosas:
Para tomar un taxi ordinario hay que salir a la calle. Son autos viejos o en mal estado y, cuando menos, sucios. Olvídense de que tengan aire acondicionado o amenidades. Ya en la calle, hay que aceptar el rechazo de dos o tres taxistas que, sin llevar pasajeros, no hacen la parada. Luego viene el que rechaza cuando le dices el destino: “no, jóven, para allá no voy”. Ya para el quinto taxista, y media hora después, uno logra subirse para escuchar lo siguiente, y eso si bien nos va: “¡ah! Pero eso es Estado México, ¿si sabía que cobramos más para allá? El doble de lo que marque el taximetro”. Porque la gran mayoría mejor apaga el aparatito y cobra una tarifa como 2.5 veces lo que diría el taximetro.
Bueno, ante la situación he buscado taxis de sitios, esos que llamas y llegan por ti. Coches menos sucios, aunque igual sin aire acondicionado, ni amenidades. Acá si te llevan, pero cobran prácticamente el doble de lo que me cobra Uber por el mismo trayecto que por que “es el Estado de México, jóven”. What!? Como si los mexiquenses tuviéramos otra economía o ganáramos más.
(c) Máspormás | Cinismo ilustrado, por @SALLESINO
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Ahora, ¿qué pasa cuando pido un Uber? Puedo saber el nombre y teléfono del chófer, además del modelo de auto y sus placas. Sé el tiempo de llegada y hasta un estimado de lo que me costará el trayecto completo. ¿Vas a la Zona Metropolitana del Estado de México? No importa, la tarifa es la misma que en cualquier parte del DF. Los autos están limpios y tienes esas amenidades que los taxistas normales no tienen. Y nunca sacas un peso de tu bolsa, ni siquiera aceptan propinas. Todo esto, por un costo más barato que cualquier servicio de taxi del DF o Estado de México. Y eso, sin contar con la seguridad de los viajes no solo para evitar ser asaltado, sino que disminuyen los accidentes, solo falta leer la nota del Excelsior acerca del reciente choque de dos trenes del metro de la Ciudad de México.
Yo, mientras pueda, seguiré usando Uber. Pero eso no impide que crea que se tenga que regular a estos nuevos medios de transporte, que se aclare lo que hacen con los datos privados de sus usuarios para otorgar esa transparencia y legalidad que les hace falta en todo el mundo. También creo de vital importancia que el gobierno mexicano le facilite a los taxistas del DF acceso a terminales electrónicas, mantenimiento a sus unidades y, por qué no, mejores unidades que les permitan competir adecuadamente. Además de que tengan una mejor atención a sus clientes y ganas de trabajar, que a veces parece que ellos nos hacen el favor por hacerte la parada.
Creo que Uber y similares se deben de quedar operando en México, pero con las debidas regulaciones, y que seamos los usuarios los que elijamos que medio de transporte queremos usar basados en la transparencia de la información, el servicio al cliente, la seguridad de los usuarios, facilidad de uso y costos competitivos.