Nota del autor: Esto no es una reseña como tal, sino un pequeño comentario sobre la nueva versión del juego. Aunque en realidad sí, parece un Labs cualquiera. Como sea, recomiendo darle un vistazo a la reseña del State of Decay original que se estrenó en Xbox 360 y PC en 2013.
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State of Decay, el original, llegó medio en silencio. Quizás por eso terminó sorprendiendo a tanta gente que logró saltar la barrera de iniciación; esa barrera se construía casi sin querer por un aspecto visual no tan refinado y por la cantidad de información a tener en cuenta antes de empezar a ver lo que había detrás del juego.
Porque State of Decay no es solo un juego de supervivencia frente a zombies, sino también de microgestión de recursos de todo tipo, desde humanos hasta infraestructura.
Y la versión de Xbox One -con el apellido Year One Survival Edition- rompe en parte con esa barrera de iniciación de la que comento más arriba, aunque no totalmente. El nuevo State of Decay sí, se ve mejor que el original. Eso es indudable y solo basta con observar hacia adelante en el bosque; varios elementos ya no aparecen de la nada como en la edición de Xbox 360 y la distancia de representación es bastante mayor. La iluminación también subió de nivel y luce algo más natural.
El juego en el global se ve mucho más nítido gracias al aumento de resolución, aunque en una apreciación personal, eso termina jugando un poco en contra. Porque los modelados de personajes y objetos en general nunca fueron tan refinados y la mayor cantidad de pixeles no significa que se vaya a ver mejor por defecto.
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El framerate, por su parte, tampoco es perfecto. En general se muestra más estable y se juega más fluído, pero en ciertas situaciones específicas también hay tirones y pequeños tropiezos que, dicho sea de paso, no entorpecen la experiencia de juego como tal. Pero están ahí y por tratarse de una remasterización, es fácil esperar otra cosa.
Es importante recalcar, eso sí, que State of Decay nunca ha dejado de ser un juego indie. Un fantástico juego de bajo presupuesto. Con toda la ambición que pueda tener, el trabajo de Undead Labs sigue siendo pequeño en comparación a otros juegos del género. Aún así, el original siempre dejó la sensación de que un producto bastante más completo y más profundo que sus símiles. Porque aquí hay que reventar cabezas de zombie pero también hay que recorrer la milla extra para mantener con vida no solo a un personaje sino a una comunidad completa. Y eso se logra ya sea consiguiendo remedios o expandiéndose en el mapa y armando refugios por ahí.
State of Decay en Xbox One viene con un puñado de extras, como ser las dos expansiones llamadas Lifeline y Breakdown. Argumentalmente, Lifeline es la interesante ya que cuenta el otro lado de la historia, desde el punto de vista de los soldados. Dura unas cuantas horas y sirve para redondear la historia del juego, lo que siempre es de agradecer.
Por su lado, Breakdown es casi la antítesis de lo anterior. En Breakdown no hay historia, tiempo, ni nada por el estilo y el único fin es sobrevivir. Por la mayor cantidad de horas y días posible. Inevitablemente se va a morir en algún punto, obviamente, y ahí vuelve todo a cero. Pero gestionar los recursos y moverse por el mapa sin preocuparse por misiones, historia o relojes siempre ha tenido su encanto.
Porque al final lo importante en State of Decay siempre fue el contenido más que el formato. Y la edición de Xbox One apela a lo mismo; aún cuando tiene varias mejoras visuales notorias, no están al nivel de otras remasterizaciones. Sigue siendo un juego indie, barato (USD $30) y que no compite con el glamour y el brillo de los grandes lanzamientos en su presentación.
Pero aquí el contenido es rey y en eso sí compite y hasta supera a muchos otros. Porque juegos de zombies hay hartos; juegos de supervivencia puros -con zombies de agregado-, no muchos. State of Decay es de los últimos: como juego es genial y como paquete digital, está muy completo.
Quienes ya tengan State of Decay en Xbox 360 pueden llevarse la nueva versión con un descuento de 33% y recibirán además algunos extra, entre los que se cuenta un personaje nuevo y un arma bien filosa.