En un día como hoy pero de hace quince años ocurrió un suceso que marcó el principio de una eterna batalla entre las disquerasy artistas contra la tecnología. El 13 de abril del 2000, Metallica demandó a Napster en una corte de California, Estados Unidos. Napster, el programa P2P sensación que muchos de nosotros usamos para descargar decenas o cientos de MP3 dejando el PC conectado durante toda la noche, estaba en el ojo del huracán y pronto pasaría a mejor vida.
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¿Por qué Metallica? Pudo ser cualquier artista pero en ese tiempo el sencillo “I Disappear” que era parte de la banda sonora de Mission: Impossible 2 se había filtrado en Napster. En cuestión de minutos (u horas por los 33kbps) ya estaba en poder de cientos de miles de personas y se había reproducido en el radio.
Esto orilló a Metallica a presentar una demanda ante un Tribunal del Distrito Norte de California argumentando que Napster permitía el intercambio de música con derechos de autor y pedía USD $10 millones por concepto de daños. Apoyada por una empresa de consultoría, la banda descubrió que más de 350.000 personas compartían de modo ilegal la canción y pidió que fueran baneados del servicio. Napster lo hizo, pero nada pudo frenar que se siguiera compartiendo.
Casi un año después, en marzo del 2001, la corte falló en favor de Metallica y el servicio no tuvo otra opción que filtrar todo el contenido de la banda. Luego de esto, Dr. Dre, músicos y disqueras se lanzaron contra la compañía pidiendo que retiraran toda la música con derechos de autor. Napster se fue a la bancarrota y el maravilloso programa que disfrutamos por espacio de dos años, dejó de existir. Luego revivió pero no como esperábamos.
Mucho ha cambiado en la industria durante todo este tiempo. Nuevos formatos han surgido. Pasamos de Kazaa al eDonkey terminando con The Pirate Bay. En el lado legal, Apple supo aprovecharse de la situación y lanzó la venta de música (con molesto DRM) por medio de iTunes, la cual podíamos escuchar en nuestros iPods. Ahora la moda no está en comprar MP3, sino consumirlos por servicios de streaming como Spotify, Rdio y otros más.
Sorprendentemente después de todo este tiempo las disqueras se aferran al viejo modelo de negocios. Artistas como Taylor Swift le pintan dedo a Spotify y otros más crean servicios inútiles que no terminarán por despegar.
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La frase de Lars Ulrich que decía “Secuestraron nuestra música sin preguntarnos” ha cambiado por un “No nos pagan lo suficiente” o simplemente ocupan el viejo argumento de “creen que pueden apropiarsela sin pagar por ella”. A pesar de esto, los servicios de streaming crecen como la espuma y cada vez son más usuarios y compañías quienes apuestan por ellos.
De cualquier modo, guardemos un minuto de silencio por el viejo Napster.