Las Smart TV llevan varios años con nosotros y por distintos motivos no han logrado convencer más allá del momento de la compra, la novedad y las expectativas. No son pocos los usuarios que terminan usando como mucho un par de aplicaciones. Con esta columna espero aportar un poco al debate, o quizá ayudar a enfocar la discusión entre los interesados.
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Partamos con que el principal problema de las Smart TV es que los fabricantes aún no han logrado entender el medio en sí mismo. Pese a los años, estamos aún en una etapa de “nuevo medio”, lo mismo que sucedió en los inicios de la televisión cuando ésta se veía simplemente como una radio con imagen, o como cuando se creía que la gente no necesitaba computadores personales porque se visualizaban como unas versiones menos potentes de los mainframes, usados para hacer contabilidad o registrar información administrativa, y no como un nuevo medio en sí mismo.
Hoy en día, una Smart TV es un extraño híbrido entre un televisor y un computador que hereda parte de la complejidad y las excesivas opciones de éste último. Y a eso debemos agregar la indefinición sobre cuál será la plataforma en que correrán las aplicaciones, los problemas de calidad de éstas últimas, etcétera.
Google ha fabricado al menos tres iteraciones tratando de encontrar el rumbo (Google TV primera, segunda generación y Android TV). Partió con un concepto que era casi un computador con un buscador en el televisor. Para Google, el buscador parecía ser el martillo, y el televisor era simplemente un clavo más que clavar. En la segunda iteración se acercó un poco más a lo que pienso que debería ser esta nueva generación de televisores, pero fue muy ambicioso en los alcances, y se topó con el problema del contenido (lo que explicaré más adelante).
Los fabricantes de televisores por otro lado, pareciera que se han concentrado más en poner logos en sus cajas que en aprovechar realmente el dispositivo. Por ejemplo, se incluye YouTube en sus equipos, pero tratar de usarlo es para terminar con ataque de pánico. También se incluye Facebook, pero no tiene sentido en la TV, lo mismo sucede con Twitter y otros más. A eso hay que agregar la penosa fragmentación que hace que sea muy costoso para cualquier desarrollador dar soporte a más de un dispositivo. Si te vas por LG, olvídate de Samsung y viceversa.
El televisor como un medio
El televisor tiene características que lo separan del resto de los equipos que hoy se usan para consumir contenido. Lo principal es su tamaño y calidad de imagen, y luego está el audio que puede ser propio o en algunos casos, consistir en un equipo de sonido envolvente, subwoofer, etc. No hay tablet ni menos teléfono capaz de ponerse a la altura de esas dos características, ninguno. Luego tenemos el aspecto social, donde a diferencia de todos los otros medios, el televisor es un medio para ser compartido. No veo a alguien invitando a sus amigos para que vengan a ver el partido de futbol en un tablet, por ejemplo. Finalmente está la característica pasiva con que se enfrenta el medio: el televisor está para consumir medios en forma relajada, no para estar tomando decisiones ni menos haciendo configuraciones, actualizaciones, etc. Para eso es mejor sentarse frente a un computador.
Considerando esas características, los fabricantes han fallado en uno u otro aspecto. Por ejemplo, qué sentido puede tener la experiencia clásica de Facebook en un medio que es compartido (a menos que sea sólo para ver galerías de fotos o videos, que puedan verse en forma compartida), o en el caso de la versión de YouTube incluida en algunas marcas, no dan ni ganas de abrir la aplicación si buscar un simple video es casi un acto de tortura.
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Considero que el televisor debería verse como un simple medio para acceder a contenidos donde las características ya mencionadas sean relevantes, y cualquier otro medio sea un desperdicio. Netflix es un caso muy claro en que el televisor es el mejor medio para disfrutarlo: se aprovechan las características únicas de imagen y sonido, el contenido se disfruta en compañía de otros, es principalmente pasivo, etc. (sí, hay personas que ven películas en pantallas de 3 pulgadas, o escuchan música con el parlante del celular, contémoslas como casos de excepción).
Restricciones de contenido
El televisor como un medio para acceder a contenidos en Internet es ideal en un mundo ideal. Ese mundo ideal donde todos los creadores están dispuestos a que los usuarios accedan sin restricciones a su contenido: canales de televisión, cine alternativo, archivos históricos de audio y video, medios de contenido específico o experimental (humor, científico, etc.). Lamentablemente aún no estamos en ese mundo ideal, y todavía existen barreras comerciales y de derechos que hacen que los productores pongan todo tipo de trabas para publicar su contenido en medios en que no tienen el control, o medios que son simplemente considerados como “demasiado nuevos”. Ya pasamos por una situación similar a principios de este siglo cuando Apple logró convencer a la industria discográfica de que la distribución digital era viable económicamente, pero esa hazaña no se ha logrado repetir. No me extrañaría que esa sea la causa principal por la que el AppleTV no haya crecido mucho en contenido, y de que tampoco exista el esperado televisor de Apple.
Hoy damos por sentado que el contenido de los canales de televisión se publique en Internet, pero costó años convencer a sus propietarios de que dieran el salto. Al final se logró, así que al menos algo de esperanza podemos tener.
La trampa de la fragmentación
Ahora, si al problema de la protección del contenido agregamos el de la fragmentación, vamos a estar estancados por mucho tiempo, ya que cualquier tipo de esfuerzo por llevar el contenido al televisor deberá ser multiplicado por la cantidad de plataformas de software de cada dispositivo, incluso si se trata de usar una estrategia web (HTML5) para reutilizar código, hay mucho trabajo de pruebas y adaptación que no es posible evitar.
Mientras tanto, nos estamos perdiendo de una oportunidad única para facilitar el descubrimiento y el acceso al contenido disponible en Internet a las personas que son menos hábiles con los computadores (o tablets, etc.). Irónicamente, los fabricantes han convertido uno de los medios más simples de usar, en uno de los más complejos para este grupo de personas en particular. Los ingenieros ponen los ojos blancos con el control del televisor con base en la detección de voz o movimiento, pero en el día a día esa maravilla tecnológica pierde todo sentido al lado de la simplicidad de un control remoto mínimo: 4 botones de flechas, OK y Cancelar.
El papel del usuario
Tema aparte es el factor pasivo/activo del usuario frente a un televisor. Desde mi punto de vista (100% subjetivo), el uso ideal del televisor es mayoritariamente pasivo, uno quiere sentarse y recibir contenido. Escoger el contenido es deseable, pero si disfrutarlo depende de una acción que requiera pensar, entonces ya se vuelve molesto. Es algo que en Netflix han entendido muy bien sugiriendo contenido al usuario, es como un experto que te aconseja qué ver, un amigo invisible que te conoce muy bien. Y si uno no está de acuerdo con las sugerencias, puede siempre hacer su propia elección, mejorando las sugerencias al mismo tiempo (Sí, también existimos usuarios que revisamos decenas de películas antes de decidir por una. Pero antes también hacíamos lo mismo en el videoclub).
Si algún día existiera ese mundo ideal con menos restricciones artificiales al acceso a los contenidos, la experiencia pasiva de Netflix se podría llevar a otro ámbito, quizá en forma global. Por ejemplo, imaginemos que al encender el televisor aparece contenido personalizado, para ver sólo las noticias del ámbito que a uno le importan, los conciertos de nuestros artistas favoritos, el área científica que a uno le interese, etc. Apuesto y creo firmemente que es a eso a lo que deberíamos llegar.
Bonus Track: la experiencia personal
¿Y éste quién es? Se podrán preguntar varios. Soy simplemente un desarrollador más que ha estado observando y tratando de aportar al televisor como un medio de acceso a contenidos. Más o menos por el año 2009, junto con Max Celedón, amigo de infancia, comenzamos a desarrollar un “media center” con los mismos objetivos ya mencionados: Disfrutar en forma pasiva los contenidos propios y los alojados en Internet. Este “media center” era una reencarnación de un proyecto más antiguo que no vio la luz llamado MultiAudio, un reproductor de música que pudiera funcionar con los formatos que disfrutábamos en esos años: mp3, cd-audio, mod, xm, s3m, midi, etc (circa 1998).
La base de este media center era XBMC, que hoy ha resucitado gracias a RaspberryPi y otras placas basadas en ARM. XBMC si bien era muy potente, ya tenía los mismos problemas que existen hoy respecto a usabilidad y disponibilidad de contenido, a los que se debe agregar que había que ser experto en computadores para llegar a un producto razonable, y ni hablar del costo del hardware (x86), integración con control remoto (via IrDA), etc. Sobre XBMC realizamos la primera aproximación que fue desarrollar aplicaciones en forma de “scripts” para acceder a YouTube, TED Talks, el sitio de 24 horas de TVN, entre otras. Estas aplicaciones nunca se publicaron, pero fueron claves para entender que no era lo mismo desarrollar para tu monitor que desarrollar para una pantalla que tendrás a 10 metros de distancia y ―requisito fundamental― que se pudiera controlar con una sola mano. Mientras tanto, Google sacaba Google TV1, con un teclado QWERTY y un buscador, vamos, ¡eso era casi tan aparatoso como conectar un PC a un monitor grande!
Fast Forward al 2011 y aparecen los Android TV chinos, con procesadores ARM y la quinta parte del costo de los equipos basados en x86. Pese a las expectativas, la primera decepción (o alegría, según el punto de vista), fue que la interfaz de usuario era la misma del teléfono con Android 2.2/2.3, donde YouTube era una lista vertical de iconos pequeña que dejaba todo el resto de la pantalla en negro. Ahí migramos los “scripts” de XBMC a Android con un framework propio para manejar adecuadamente el tamaño del televisor y la interacción con un control remoto.
Una de esas aplicaciones fue TED xTV, que publicamos gratis en el Google Play Store a modo de prueba del mercado para este tipo de aplicaciones. Aparte de los usuarios que se quejaron porque no se veía bien en su teléfono (¡duh!), tuvo bastante tracción para nuestras expectativas. Fue instalada en unos 20.000 televisores basados en Android, entre los fabricantes que lo incluyeron estaba Sony y el caso especial de LG Korea, donde nos ayudaron a hacer ajustes especiales, como la traducción al koreano. El principal diferenciador con la aplicación oficial de TED para Android era que la nuestra contaba con subtítulos y que tenía una interfaz de usuario diseñada para el televisor y un control remoto mínimo (parecida a la aplicación TED para algunos equipos Samsung, que es bastante buena por lo demás).
Ahí vino el primer golpe con la realidad. La aplicación estuvo publicada durante más de un año hasta que desde TED pidió a Google que bajara la aplicación de la tienda, acogiéndose al DCMA. Me puse en contacto con la persona encargada de distribución de contenido de TED quien me aclaró que los contenidos estaban disponibles para su distribución en la web, pero no para televisión.
Después de ese “evento”, hemos seguido desarrollando aplicaciones para televisión, pero para uso privado solamente. Con esas aplicaciones consumo diariamente contenido de YouTube, Canal 13, TVN, Chilevisión, y videojuegos por medio de RetroBoxTV, además de lo que provee por sí mismo Android: Netflix, Spotify, y acceso a música y videos mediante la red local vía DLNA. Simplemente ya no concibo tener un televisor sin este dispositivo adicional. Sé que esta mal y es poco objetivo que lo diga yo mismo, pero ningún Smart TV que he visto se acerca a esa experiencia en conjunto. Como dije al principio, es como si el esfuerzo de sus fabricantes se terminara al poner el logo de una aplicación en la caja, pero de verdad no les interesa explotar el medio.
Hasta ahora y mientras los fabricantes de televisores sigan empujando para su propio lado, seguirá siendo más conveniente conectar un dispositivo pequeño, pero potente, para acceder a contenidos personalizados. Ya sea con Apple TV, Google TV e incluso con un simple Chromecast es posible acceder a un ecosistema de aplicaciones homogéneo y rico (iOS/Android). Ahora sólo faltan más aplicaciones y más creadores dispuestos a publicar su contenido.