Glass, las gafas de realidad aumentada creadas por el laboratorio Google X de Google, que incluso ya se vendieron en una versión prototipo a un número muy limitado de usuarios –y que se esperaba que se produjeran de manera pública y masiva en algún punto de 2014– no son ahora más que un costoso recuerdo del cual se puede aprender mucho. Y eso es justamente lo que la compañía pretende hacer.
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Cuando un producto tan ambicioso se construye a puerta abierta al público en la medida en que Google hizo con Glass, los resultados –aunque satisfactorios– pueden no ser los esperados. Sergey Brin, cofundador de Google, fue quien insistió en que el proyecto se manejara de esa manera mediante el programa Explorer. Sin embargo, según reporta The New York Times, el equipo de desarrollo siempre supo que Glass no estaba listo y es por eso que ahora, bajo la supervisión de Tony Fadell, se ha decidido abandonar lo que hasta ahora conocemos y comenzar desde el principio.
Fadell declara no estar interesado en la experimentación pública con los productos. Explorer fue una buena manera de conseguir retroalimentación útil de parte del usuario, pero no se repetirá. El nuevo Glass será desarrollado bajo robustas políticas de privacidad esta vez y, en palabras del ahora titular del proyecto, “sólo lo veremos cuando esté listo”.