Por primera vez, un equipo de científicos liderados por Tor Wager de la Universidad de Colorado logró identificar claramente entre la actividad cerebral asociada al dolor debido a causas físicas —por ejemplo, una herida—, de la asociada al dolor emocional, ese que está asociado a un estado mental antes que a un problema físico.
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Hace tiempo que se sabía que tanto el dolor físico como el emocional era procesado por la misma parte del cerebro. Ahora, un estudio publicado en PLOS Biology asegura haber encontrado posiblemente al responsable del dolor crónico, ese que dura más de tres meses y al no tener una causa clara, es complicado de tratar por parte de los médicos, quienes terminan por recomendar tratamientos inefectivos con analgésicos adictivos.
El experimento consistió en estudiar el cerebro de 33 adultos con una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI) mientras sentían dolor físico al aplicar un fuerte calor a los brazos de los voluntarios. A medida que aumentaba el dolor, se iluminaban ciertas zonas del cerebro en todos los voluntarios, lo que fue apodado como la señal del dolor neurológico.
Posteriormente, se solicitó a los voluntarios “que vuelvan a pensar en su dolor, tanto como una ráfaga de calor o como una tibia manta en un día frío”, aseguró Wager, con eso se buscaba que controlaran el dolor con la mente.
La máquina de fMRI no encontró que cambiara la señal del dolor neurológico de los voluntarios. Sin embargo, comenzaron a activarse estructuras del cerebro que comunican la corteza prefrontal ventromedial y el núcleo accumbens. Según los científicos:
Es un enorme descubrimiento. Por primera vez hemos establecido la posibilidad de modular el dolor mediante dos caminos diferentes.
El descubrimiento sugiere que bajo ciertas condiciones asociadas al dolor crónico, este dolor emocional puede superar al dolor neurológico, lo que explicaría por qué en esos casos los analgésicos a base de opiáceos no ayudan a los pacientes.