LINE es un servicio de mensajería que ha conseguido bastante éxito en Asia. La aplicación que nació originalmente de la empresa Coreana NHN en Japón se extendió rápidamente por esa nación además de Corea, Tailandia e Indonesia. Incluso logró llegar a entrar muy fuerte en otros países, como España.
Con herramientas de comunicación abiertas llegan los primeros problemas para algunos gobiernos, como el de Tailandia. En 2013, la Junta Militar que gobierna tal territorio demandó a LINE acceder a las conversaciones en busca de cualquier persona contraria al Estado o a la Monarquía.
No es la primera dictadura que pide este tipo de herramientas para espiar a su pueblo, pero los problemas llegan cuando, según el diario The Nation, LINE decidió otorgar esa posibilidad al gobierno tailandés.
Es una técnica de libro de una dictadura controlar las comunicaciones; en este caso, el contenido de éstas es básico para mantener un pueblo bajo el miedo de ser escuchado.
Se estiman ya más de 170 millones de usuarios activos al mes, de los cuales más de 30 millones son de Tailandia. No es la primera vez que vemos este esquema de persecución y miedo para las comunicaciones en este país. Hace unos meses se comentó como Tailandia quería implementar un sistema de vigilancia nacional, incluso otras “perlas” como la prohibición de bitcoin. Nunca se habían referido tan directamente a la intervención de comunicaciones desde una aplicación.
Es decir, LINE no cuenta con ningún tipo de cifrado de mensajes y de seguridad para proteger a sus usuarios en Tailandia.
Protestas en Bangkok en el Monumento a la Democracia (CC) Maxim B. / Flickr
Prayuth Chan-ocha es el actual primer ministro de Tailandia, comandante en jefe del Real Ejército Tailandés que accedió al poder tras un golpe de Estado militar. Desde su autodeterminación como primer ministro han surgido protestas ciudadanas en contra de la Junta Militar y de la imposición de este cargo.
Para que este gobierno mantenga su poder debe controlar las comunicaciones, hacer lo más inestable posible la neutralidad de la red e imponer el miedo a ser espiado y puesto a disposición de la justicia.
Vía: TechCrunch