Eugene Goostman es un niño ucraniano de 13 años, con una pasión por los dulces y las hamburguesas. Lentes redondos que evocan a las famosas gafas de Harry Potter y un padre que se dedica a la ginecología. Se presenta a si mismo como la “criatura más extraña del mundo” y, como es común en los niños de su edad, cree saberlo todo y siempre tiene una respuesta a todo aunque esta no siempre sea correcta.
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En realidad las cosas son diferentes: Eugene es un bot de chat, diseñado por 3 programadores ucranianos con el único propósito de pasar la prueba de Turing.
El test, propuesto por el precursor de la informática moderna Alan Turing, en 1950 como una demostración sobre la existencia de inteligencia en una máquina. Pero una vez llevado a la práctica funciona más como una prueba sobre la capacidad de la máquina de demostrar comportamientos indistinguibles de los de un humano.
El experimento es muy simple: el juez se encuentra en un cuarto separado de dos jugadores, uno de ellos humano y el otro digital, y comienza a hacer preguntas. Si durante el curso de una conversación un tercio de los jueces no logran distinguir quién es real y quién está programado, el bot ha superado la prueba.
Lo que hizo Eugene fue fingir, excepcionalmente bien, ser un humano y convertirse en el primer programa en pasar la prueba de Turing.
Hace dos años, Eugene había estado muy cerca de pasar la prueba, cuando se quedó con un 29% de aprobación, y, por otro lado, en varias ocasiones se han esparcido rumores sobre un bot que habría superado la prueba.
Kevin Warwick, profesor visitante en la Universidad de Reading, comentó que hay tres puntos claves que hacen de esta victoria importante: se realizaron pruebas simultáneas, los resultados fueron verificados independientemente y las conversaciones no tuvieron restricciones.
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Prueba superada… según algunos
La clave del éxito de Eugene parece estar en su personalidad, que ha sido diseñada específicamente para pasar la prueba, y no a un avance increíble en la inteligencia artificial. Esto ha causado que lluevan las críticas desde aquellos que desacreditan completamente los métodos hasta aquellos que critican la prueba en sí.
Esto ha sido constante durante los 64 años de vida de la prueba, que ha polarizado a la comunidad científica. Turing propuso y el mundo dispuso; miles de variantes se han creado sobre la prueba, cada investigador tiene una opinión diferente sobre el resultado y, probablemente, jamás lograremos ponernos de acuerdo si se ha superado la prueba.
Por otro lado se ha creado un circo mediatico alrededor de la noticia: algunos sitios reportando que “una supercomputadora” ha pasado la prueba.
También se habla de PARRY, un bot que ha superado, en 1972, la prueba; pero es el mismo problema, se habla de una “versión de la prueba de Turing” y no hay un consenso al respecto.
¿Pasó Eugene la prueba? No hay una respuesta concreta. Superó los criterios de Turing, pero usando técnicas que no implican la existencia de inteligencia. Lo que Eugene sí hizo bien fue jugar al “juego de imitación” del que Turing hablaba en su artículo original.
Tal vez la verdadera importancia de Eugene no radique en un gran salto para lograr una I.A. sino en darnos cuenta lo poco que, aún, comprendemos sobre la inteligencia y los límites en nuestros métodos para cuantificarla.
[Actualización]
The New Yorker y Ray Kurzweil ya le entraron a la discusión con piezas en sus respectivos sitios, ambos están en contra de proclamar la prueba de Turing como superada.