Prácticamente es imposible negar la popularidad que ha ganado Facebook desde su fundación. Buena parte de esto se debe a la diversidad de aplicaciones y servicios que ofrece -y busca ofrecer- la compañía fundada por Zuckerberg. Para contemplar el amplio abanico de posibilidades, basta con ver las nuevas funciones de Facebook Messenger o la idea que tiene el presidente y director general para ofrecer el Oculus Rift al precio más bajo posible.
Sin embargo, tal expansión ha traído consigo la manifestación de conductas indeseables, como la difusión de amenazas. Esto es
comprensible -pero no aceptable- debido a que Internet, sus aplicaciones y servicios, son herramientas tecnológicas que reflejan el comportamiento humano.
En el caso de la publicación de amenazas a través de Facebook, la Corte Suprema de Estados Unidos ha atraído un caso representativo.
Se trata de un hombre llamado Anthony Elonis, quien fue condenado a casi 2 años de prisión por haber publicado amenazas de muerte en su perfil de Facebook en contra de su ex esposa. La cuestión principal es que en las publicaciones no etiquetó a la mujer y ni siquiera publicó directamente en su perfil, por lo que los abogados de Elonis consideran que no es posible interpretarlas como amenazas directas:
Sin embargo, el Departamento de Defensa no comparte esta visión. La institución considera que, luego de la revisión de la Suprema Corte, el fallo debería mantenerse en pie debido a que, desde su perspectiva, la ley busca prevenir la violencia incluso desde la etapa en la que únicamente existen amenazas perceptibles.
El caso es importante porque podría sentar un precedente importante en relación con la libertad de expresión en Internet. También es complejo porque algunos de sus componentes -como la intención de las publicaciones- son muy subjetivos. Lo menos que uno desea es que exista censura, pero tampoco es válido usar a la libertad de expresión como un pretexto para promover la violencia.