Uno de los ordenamientos legales que más polémica ha causado desde hace poco más de un año es la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera de Estados Unidos, mejor conocida como FISA, por su sigla en inglés. Como su nombre lo dice, esta ley se enfoca en monitorear amenazas extranjeras -entre las que se pueden incluir al terrorismo– con la particularidad de ser totalmente discrecional.
A pesar de que el gobierno estadounidense inicialmente se opuso a brindar más información acerca de la vigilancia masiva ejercida gracias a la FISA, a poco más de un año de las revelaciones de Snowden el panorama ha cambiado. Hoy, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional hizo público el primer reporte de transparencia del gobierno de Estados Unidos.
El documento revela las estadísticas correspondientes al periodo transcurrido entre enero y diciembre de 2013. Se enfoca en el número de “objetivos” afectados por los programa de vigilancia con apego a lo estipulado en la FISA y con respecto al uso de un mecanismo conocido como Cartas de Seguridad Nacional.
Con respecto en causas probables correspondientes a las secciones 703 y 704 de la FISA, fueron emitidas 1.767 órdenes, que alcanzaron a 1.144 objetivos. El título IV de la misma ley, produjo 131 órdenes que afectaron a 319 objetivos. Lo más interesantes es que existió una orden, apegada a la sección 702 de la FISA, que tuvo un alcance de 89.138 objetivos.
Los números son interesantes, aunque posiblemente engañosos. La publicación especifica que un “objetivo” no necesariamente debe ser contado como un usuario individual, sino que puede hacer referencia incluso a una “potencia extranjera”. Es por esto que una sola orden afectó a cerca de 90 mil objetivos.
En lo correspondiente a asuntos comerciales, el reporte indica que la vigilancia fue ejercida con apego al título V de la FISA, emitiendo 178 solicitudes y alcanzando a más de 800 afectados. Además, la NSA reporta haber enviado 19.212 Cartas de Seguridad Nacional, que representan más de 38 mil solicitudes de información.
Dicho esto, queda claro que la NSA ha decidido ser más transparente y mencionar sin mayor problema las conductas que lleva a cabo para recolectar datos de vigilancia, con el amparo de la ley. Sin embargo, esta actitud, que le permite presumir una mayor apertura, permite olvidar momentáneamente que esta agencia puede seguir incurriendo en conductas ilegales de vigilancia masiva que solamente son evidenciadas mediante filtraciones.