Uber. Esa palabra basta para hacer enfadar a muchos taxistas alrededor del mundo.
Y no es para menos. Uber es un servicio de transporte que por sus mismas características ha resultado muy popular en las ciudades en las que se ha establecido. La sencillez de buscar un vehículo cercano en los alrededores en la app respectiva; llegar con seguridad al destino establecido en su mapa virtual y realizar el cargo del viaje de inmediato con la tarjeta de crédito que se usó en el registro correspondiente es atractivo para cualquiera que haya tenido que lidiar con los pormenores de subirse a un taxi en cualquier ciudad del mundo.
Esta popularidad ha hecho que los sindicatos de taxistas como en Bruselas y Madrid estén en descontento por este servicio. El problema de estas consignas es que no se busca una solución regulatoria donde se pueda convivir con los dos tipos de servicio sino una prohibición total para la empresa nacida en San Francisco.
El turno toca ahora a los taxistas de Bogotá y Londres.
El pasado martes, elementos de la Asociación de Taxistas de Bogotá bloquearon calles y avenidas de la ciudad en donde manifestaron su descontento. Ernesto Uribe, miembro de esta asociación, comentó a BBC Mundo el origen de su descontento:
Por otro lado, el gerente general de Uber Bogotá, Michael Shoemaker, señala que el impacto competitivo de la aplicación no es de gran magnitud frente al gran número de taxis “normales” que se encuentran en aquella ciudad y destaca los beneficios que ellos ofrecen:
En Londres la tónica es la misma. La Asociación de Conductores de Taxi con Licencia de esa ciudad presentó una queja al organismo regulador de transporte del gobierno, Transport for London, en donde se culpa a Uber por ofrecer este servicio en donde la app calcula las cuotas de traslado. Ellos alegan que esto es una especie de taxímetro. Tener un taxímetro en un vehículo privado es ilegal en Londres.
Transport for London no quiso realizar intervención alguna ya que la app no rompe con ninguna ley. Los vehículos de Uber no están estrictamente equipados con taxímetros y no existe una conexión entre el dispositivo móvil y el vehículo. La app solamente utiliza datos de la distancia y el tiempo que tomó en recorrerla, situación que no es ilegal.
Esta respuesta no le gustó a la asociación y su secretario general, Steve McNamara, ya auguró manifestaciones al respecto:
Cada que se abre una “puerta tecnológica” existen situaciones de este tipo. Una regulación coherente de Uber para su adecuación con los sindicatos locales es la mejor respuesta a todo este problema.