Cuando Boris Cuapio ideó INEGI Fácil, se trataba sólo de un experimento. El diseñador mexicano, oriundo de la población de San Martín Texmelucan (Puebla), estaba jugueteando con la API del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el organismo federal encargado de los censos y registros de todo México. Era un desastre: era prácticamente imposible conectarse al servicio web para acceder a los datos –mucho menos, visualizarlos de forma sencilla–. Así que se lo tomó como un reto. Corría el mes de julio de 2013.
Sentados en una cafetería, Boris Cuapio (@elcoruco) y Hugo Osorio (@hugovom) –otro diseñador y colega de Boris desde la universidad– me cuentan los inicios de su proyecto. En un inicio, Boris estimó que la base de datos no debía exceder de los 1.500 indicadores. En realidad, estaba viendo apenas la punta del iceberg. El INEGI cuenta con más de 153.000 indicadores que resumen desde la actividad económica hasta los índices poblacionales. Es la radiografía de una nación en estadísticas.
Cuando una persona intenta obtener información de este organismo, se encuentra con dos opciones: descargar las bases de datos en un formato PDF difícil o intentar conectarse a mediante un servicio web sumamente complicado. Tan difícil que, en realidad, prácticamente no es utilizado por nadie más. “INEGI tiene servidores muy potentes e información muy útil, pero no hay quien la aproveche“, señala Hugo.
Había que hacer algo al respecto.
El primer intento
Boris y Hugo no son programadores. Todo lo aprendieron en el campo laboral, trabajando para una firma de desarrollo con clientes de Estados Unidos y Canadá. Ambos son desarrolladores autodidactas, pues su formación académica (ambos, licenciados en Diseño de Información) está apenas vinculada prácticamente con la programación.
Boris (izq.) y Hugo (der.) en una entrevista de radio / (cc) Pepe Flores
Después de capturar más de mil indicadores a mano, Boris y Hugo liberaron INEGI Fácil en noviembre de 2013, el cual describen con un esfuerzo de visualización de datos para usuarios comunes. El sitio pasó prácticamente desapercibido. “Tuvimos entre 2 y 3 visitas al día”, comenta Boris. Sin embargo, el sitio cumplía su cometido: cargaba la información capturada y permitía consultarla con un diseño limpio y una navegación clara.
Un día, casi por pura curiosidad, Boris decidió mirar el correo de contacto del proyecto. Había solamente un mensaje. Sorpresa.
El emisor era el director de comunicaciones del INEGI.
“Nos dijo que estaba maravillado con el esfuerzo”, cuenta Boris, “hasta los ingenieros de INEGI estaban contenidos de que alguien había logrado utilizar el servicio web para conectarse a la base de datos.” Curiosamente, antes del correo, la primera reacción del INEGI había sido plantear una demanda. “Nos dijeron que habían querido demandarnos por suplantar al INEGI y robarnos los datos, hasta habían llamado abogados, pero alguien les explicó lo que estábamos haciendo”, continuó.
Después de la felicitación, el dúo retomó bríos y se planteó un objetivo más ambicioso. Programaron un bot para capturar los más de 153 mil indicadores de INEGI y se animaron a sacar una segunda versión. Sin embargo, hicieron falta un par de mezcales y una grata coincidencia para detonar el proyecto.
El segundo impulso
En marzo de 2014, Boris y Hugo fueron invitados a un evento de emprendimiento digital en la ciudad, celebrado –como muchos otros– en un espacio informal: un bar en el Centro Histórico de Puebla. Al calor de los tragos, los invitaron a exponer sus ideas. “No llevábamos nada preparado; por fortuna, Boris llevaba su computadora en la mochila y les contamos de INEGI Fácil”, señala Hugo. Boom. El proyecto atrajo la mirada de dos organizaciones importantes en la escena digital en México: Social TIC y Codeando México.
Este evento les dio el empujón necesario para plantearse una fecha fatal en mediados de mayo. Trabajaron a marchas forzadas y una versión 2.0 fue el resultado: más ágil, más limpia y con más indicadores –al menos unos 3.000–. Empezaron a experimentar con una visualización más detallada, como tablas, gráficos y mapas. Con eso (más el apoyo de las asociaciones), ganaron espacios en prensa y redes sociales.
Un día recibieron un correo electrónico de la Presidencia de la República. “No lo podría creer. Tuve que llamarle a Boris y preguntarle si él también había recibido el mail”, relata Hugo. Fue Jorge Soto, el Director General Adjunto de Innovación Cívica de la Presidencia, quien habló con ellos. Días después, también fueron recibidos por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), otra organización que se interesó en INEGI Fácil.
Los datos para la gente
Sin embargo, el golpe de genialidad vino de una ocurrencia de Boris. San Martín Texmelucan, su ciudad de origen, tiene cerca de 140 mil habitantes (en contraste con la capital de Puebla, a 32 kilómetros, con casi 2.7 millones). La penetración de Internet es baja, por lo que el diseñador pensó que el sitio web no era suficiente.
“Quería que la gente se enterara de cómo se gasta el dinero, que tenga información para decidir por quién votar”, cuenta Boris. Así que llamó a Hugo y le pidió que diseñara una hoja de estilo pensada para impresión. “Así imprimiríamos las hojas con los datos y las repartiríamos en las calles a la gente que no tiene Internet”. Ya no sólo se trataba de hacer digeribles los datos abiertos desde la computadora, sino que trascendieran.
En efecto, salieron a la calle a repartir las hojas entre los transeúntes.
Otro de los intereses particulares del equipo es la visualización de datos sobre energía y telecomunicaciones. “Creemos que es muy importante que la sociedad se informe”, señalan ambos, en el contexto de la discusión sobre la Reforma Energética y la Reforma de Telecomunicaciones, que se realizarán en junio.
El día 28 de mayo, anunciaron vía Twitter que subieron la versión 2.1 de INEGI Fácil con algunos ejemplos de gráficos sobre energía. Tan sólo esa sección consta de 1.400 indicadores.
Buscando el rumbo
INEGI Fácil ha puesto a Boris y a Hugo en la mira de varios actores. Aunque ellos desean que el proyecto continúe, el financiamiento es una cuestión pendiente de resolver. “Todos nos aconsejan cosas diferentes”, confiesa Hugo, entre risas, “unos nos dicen que acudamos a las asociaciones civiles; otros que con el gobierno; otros que con publicidad”. Se encoge de hombros; por ahora, lo importante es seguir con el desarrollo.
Por lo pronto, su apuesta a corto plazo está en el Premio a la Innovación en Transparencia, convocado por el Instituto Federal de Acceso a la Información, el Banco Mundial y la Auditoría Superior de la Federación. El dinero les permitiría concentrarse en robustecer su plataforma y continuar en la misma línea.
Otra ventana se ha abierto desde el gobierno federal. “Voy a desarrollar un proyecto con Boris en colaboración con Presidencia de la República, Secretaria de Hacienda y el Institute of Design at Stanford“, publicó Hugo en Facebook este miércoles 28 de mayo. El futuro luce promisorio.
Dentro de esta acelerada cadena de logros, quizá el acierto más grande del equipo ha sido liberar el código en GitHub para que cualquiera pueda hacer su versión de INEGI Fácil. Es cierto que el desarrollo sigue en fase temprana, pero el potencial (y el desafío) es enorme. Estamos hablando de la base de datos de todo un país, con un recuento histórico de décadas y miles de variables a considerar.
Lo que Boris y Hugo han logrado no es poca cosa: un emprendimiento social que puede actualizar la forma en que consumimos los datos de toda una nación. Imaginen las implicaciones para periodistas, para analistas, para políticos, para estudiantes, para cualquier que necesite información pública directa y accesible.
Y lo que falta.
Gracias a Boris Cuapio y Hugo Osorio por su tiempo para la entrevista. Si tienen más comentarios sobre INEGI Fácil, pueden escribirles en Twitter (@inegifacil).