¿Qué es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de fluorescencia? ¿Pulseras brillantes salidas de una película de fiesta? ¿Alguna especie de peces? ¿Radiación electromagnética? Ciertamente el aceite de oliva no se encuentra en esa lista pero ciertamente es un fluoróforo, una sustancia capaz de emitir luz cuando se excita con la radiación.
Para hacer el aceite de oliva brillar se necesita un láser o una luz ultravioleta. Un láser con una longitud de onda de 405 nanometros (azul) hará que el aceite brille con un tono rojizo, si se usa una longitud de onda de 532 nanometros (verde) el color de la fluorescencia será anaranjado.
NSF Center for Biophotonics
Este efecto puede parecer completa y absolutamente inútil, pero la realidad es que tiene una aplicación: utilizando luz ultravioleta se puede hacer un control de calidad del aceite de oliva fácil y rápidamente. Si el aceite es puro habrá un brillo amarillo; si más de un cinco por ciento del aceite no es de oliva entonces brillará color azul cuando se enfrente a la luz ultravioleta.
Para explicar el efecto de la fluorescencia tenemos que ir a analizar la luz como radiación electromagnética, donde cada color tiene una longitud de onda diferente, es decir, cada color tiene una distancia particular entre los picos de la onda. La radiación electromagnética de onda corta es básicamente invisible para los humanos, exceptuando la luz azul. Ejemplos de esta serían la radiación gamma, rayos x o la UV.
Jeff Warren
Basándonos en esto, la fluorescencia sería la capacidad de algunas sustancias de absorber radiación electromagnética y emitirla en una longitud de onda diferente. La longitud de onda puede no ser observable por los humanos. Por eso, algunas sustancias, animales y minerales brillan. En el caso del aceite de oliva las impurezas de los aceites vegetales que se usan, generalmente, para rebajarlo causa que la longitud de onda que regresa sea menor a la que regresaría un aceite puro, de ahí el color azulado.