Como seguramente internet ya se ha encargado de informarles ayer comenzó la cuarta temporada de la serie de HBO «Game of Thrones«, y como soy uno de los pocos humanos que aún no han visto la serie, y aun no he terminado el primer libro, mañana va a ser un día particularmente difícil para interactuar socialmente. Por eso, y con el afán de tener algo de que hablar durante el día con los fanáticos de Poniente, hoy vamos a analizar, desde la ciencia, un elemento importante para la serie: el muro que separa Poniente de las tierras salvajes.
Para esto tenemos tenemos que hablar un poco del muro, para poner las cosas en contexto. Resulta que Poniente, uno los cuatro continentes del mundo creado por G.R.R. Martin, tiene un clima bastante malo. Uno de sus peores inviernos cayó sobre el continente «durante toda una generación» y fue durante este período de hielo y oscuridad que se construyó una muralla para proteger al continente de los salvajes.
El muro tiene una altura de entre 213 y 244 metros, la parte superior tiene capacidad para «12 caballeros montados y se engruesa en la base«. La pregunta sería entonces: ¿podría sobrevivir un muro de hielo de ese tamaño a la gravedad?
El principal problema sería evitar que el muro se deformara, como un fluido, bajo su propio peso. Pero como somos humanos, y tenemos ingenieros que para todo tienen una solución (excepto para filtrar spoilers en Twitter). Podríamos construir el muro con una base más ancha que la cima, como dice la novela, ¿no?
Más o menos, porque resulta que según cálculos del físico Martin Truffer de la universidad de Alaska Fairbanks para mantener un muro de 213.36 m (~700 pies) se necestaría una base «40 veces más ancha», lo que nos daría una base casi ocho kilómetros y medio. Por lo que el ángulo de las paredes del muro haría relativamente fácil la subida de las tropas salvajes.
Aunque el hielo, por sus propiedades de amortiguamiento, sería muy útil para resistir ataques, siempre y cuando esos ataques no incluyeran el fuego de un dragón.
Link: Wired