Las entidades reguladoras de Holanda determinaron esta semana que cualquier compañía podrá —en ese país— lanzar sus propias tarjetas SIM configuradas para no estar asociadas a ninguna operadora en particular. O sea, una tarjeta SIM ‘en blanco’.
Si se suman otros países significaría una medida con enormes consecuencias para la industria tecnológica, pues cualquier fabricante de dispositivos podría, por ejemplo, comprar paquetes de minutos y de datos a las operadoras de muchos países alrededor del mundo para asignar el adecuado a tu dispositivo, y si viajas a otro país, el fabricante podría asignarte de forma remota a un operador local, eliminando así la figura del roaming. Tu teléfono sería ‘de ese país’ sea donde sea que te encuentres.
Otra de las grandes implicancias de esta medida serían para la ‘Internet de las cosas‘, pues en caso de que esta medida prolifere, un fabricante de cualquier dispositivo podrá añadirle a éste conectividad a redes de celular con múltiples carriers, dependiendo del que ofrezca cobertura en determinado lugar (algo ideal para los automóviles).
Si bien no hay que ser profeta para saber que las operadoras se opondrán a este concepto, economistas aseguran que podrían verse beneficiadas, pues actualmente la ‘Internet de las cosas’ no está proliferando como debería precisamente porque el usuario común no quiere comprometerse mediante un contrato de dos años con una operadora para solo conectar, por decir algo, su refrigerador a Internet.
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