Hace dos días, la PlayStation Vita cumplió dos años a la venta en el mercado occidental.
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Tal número no es menor en el ciclo de una consola. En el caso de las portátiles, es un tercio de su vida antes de la sucesora. Y para Sony es muy probable que el balance no sea exactamente el que tenían en mente, siempre considerando la naturaleza técnica de la consola en medio del espectro portátil.
¿Por qué Vita no ha logrado acaparar las preferencias del público? Hasta ahora, la respuesta más acertada parece dar vueltas sobre el catálogo y el enfoque sobre el cual fue construida la consola: juegos de calidad sobremesa, en una portátil. Sin embargo, dicho enfoque ha quedado semi obsoleto a causa de la fragmentación existente en el mundo móvil, y a que parece ser que los jugadores que quieren “experiencias de sobremesa” no las buscan en una consola portátil.
Es imposible no mirar hacia el lado de Nintendo a la hora de valorar las opciones de la PS Vita en el mercado. Si bien la compañía tiene algunos problemas importantes con la Wii U, por el lado de la 3DS el chaparrón inicial quedó de lado para dar paso a una situación bastante saludable. Esa salud se construye definitivamente gracias al catálogo: mientras Nintendo da clases de como sacar hit tras hit en su 3DS, las third party también ponen de su parte. De muestra, un solo botón: Square Enix demostró con Bravely Default que, fuera de Final Fantasy, todavía saben hacer excelentes RPG al estilo clásico.
Mirando el catálogo de Vita, es muy difícil encontrar símiles de éxito similar. Gravity Rush y Tearaway parecen éxitos aislados. Killzone Mercenary es un buen juego, pero a estas alturas está claro que quien compra una portátil no lo hace para jugar shooters. Y gran parte del “resto de juegos” son ports de sobremesa o títulos indie. No hay nada en contra de los indie, pero construir una portátil con las prestaciones técnicas de la Vita para juegos indie suena como un contrasentido.
¿Qué le queda a Sony de ahora en adelante? De alguna forma, no es de extrañar que el enfoque actual sea algo más diverso. Por una parte, está la PS Vita TV que llevará los juegos de la consola a la TV, a la vez que servir como centro multimedia cuyo fin es abrir mercado para esos dispositivos en Japón. Por otro lado, desde el anuncio de PlayStation 4 gran parte del marketing de la consola se centra en sus bondades como segunda pantalla (que dicho sea de paso, cumplen con un sobresaliente).
Más allá de lo anterior, es imposible pasar por alto las señales que llegan cada cierto tiempo desde Sony. La compañía no hace mención alguna de los números de la consola en sus reportes de ventas, como sí se hace a la hora de PS3 o PS4. Más decidor aún, desde los altos mandos reconocen que Vita no ha dado los resultados esperados, y que la falta de apoyo de las grandes marcas es la causa principal de la escasez de catálogo.
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El círculo vicioso que se genera a causa del flojo catálogo solo se resuelve con más proyectos y más juegos desarrollados específicamente para la consola. De nada sirve que juegos como Arkham Origins Blackgate -también lanzado en 3DS, dicho sea de paso- o Assassin’s Creed Liberation salgan después en versiones HD. Al final, los consumidores quedan con la sensación de que esperando un poco, se puede conseguir una versión aumentada y precio algo reducido. De cara a las ventas de una consola, aquello es fatal.
Sony tiene estudios de primer nivel como Naughty Dog, Santa Monica o Polyphony Digital que han pasado olímpicamente de la consola; tal vez este sea un buen momento para que God of War o Gran Turismo den el salto hacia la nueva portátil y así refrescar un poco el panorama, con franquicias que tuvieron dos y tres entregas respectivamente en PSP. Por otro lado, el lanzamiento de la Vita 2.0 con pantalla LCD y algunas mejoras podría también servir, pero si el catálogo siga como hasta ahora, ese tipo de esfuerzos parecen secundarios. Hasta que los ports y los juegos clase B no se acaben, la Vita seguirá intentando marcar el paso sin la preferencia del respetable.
Muy triste para una consola con tanto potencial.