El World Wide Web Consortium (W3C), organismo encargado de fijar los estándares de la web, aceptó oficialmente la propuesta para integrar una función de DRM dentro de HTML5. La decisión fue aceptada por el propio Tim Berners-Lee, padre de la web, para la sorpresa de varios opositores a la idea, encabezados por la Electronic Frontier Foundation (EFF).
La medida ha sido muy polémica porque estamos hablando de DRM, es decir, tecnologías de control diseñadas para limitar el acceso a contenidos, promovidos por la industria del entretenimiento para proteger su copyright. Y la web es libre. Pero vamos por partes.
EME
La polémica está en torno a Encrypted Media Extensions (EME), una plataforma que permite la entrega de contenidos protegidos por DRM a través del navegador web, sin necesidad de instalar plugins, como Flash o Silverlight. En términos simples, EME viene a actuar como reemplazo de los plugins para reproducir contenido protegido en el navegador.
EME no especifica ningún DRM en sí mismo, sino que define un grupo de interfaces de programación de aplicaciones (APIs) que permiten que JavaScript y HTML interactúen con los “módulos de protección” provistos por las empresas que quieren proteger su contenido. Estos módulos tenderán a ser diferentes según la plataforma que se esté usando, o contendrán la tecnología DRM con la que se busca proteger el contenido en cuestión.
De esta forma, las empresas que emiten contenido pueden proteger su material de copias y admitir restricciones (que sólo se vea en un país, que sólo se vea en ciertos equipos, etc).
Por qué lo quieren
En los últimos años han surgido servicios que hacen streaming de contenidos a través de Internet, como Netflix. Para poder hacer streaming de películas y series, Netflix debe llegar a acuerdos primero con los estudios que producen el contenido, que buscan proteger su material de copias piratas. Por esta razón, Netflix debe ofrecer algún sistema de DRM, de modo de poder transmitir el contenido, y evitar que se lo copien.
Así, Netflix es uno de los principales impulsores de EME, ya que quiere correr su servicio sobre HTML5, eliminando los plugins (actualmente usa Silverlight, que está por morir). Otros impulsores son Microsoft y Google.
La W3C argumenta que si no se ofrece una alternativa dentro de HTML5, las empresas generarán sí o sí alguna alternativa por fuera. Si no hay plugins (ante la retirada cada vez mayor de Flash y Silverlight), las compañías podrían optar por crear aplicaciones propias con DRM, saltándose al navegador.
No hay nada malo con las apps, excepto que es necesario desarrollarlas específicamente para cada sistema operativo, y siempre ocurre que los sistemas operativos menos populares se quedan sin aplicación (mírese Windows Phone). Así, servicios como Netflix, Hulu o cualquier otro de video en la web se hacen menos accesibles, y la World Wide Web pierde actores, que estarán en Internet a través de apps, pero no en la WWW.
Por qué no lo quieren
La EFF es la organización que ha hecho la mayor campaña en contra de la inclusión de EME, principalmente porque iría en contra de la filosofía de que “la Web necesita ser un ecosistema universal basado en estándares abiertos y completamente implementables en términos equivalentes por cualquiera, en cualquier lugar, sin permiso ni negociación”. EME rompería con eso ya que requerirá que el usuario tenga software o hardware específico para reproducir un contenido protegido.
El mayor temor es que una vez que EME se implemente, la idea de proteger cosas se expandirá más allá del streaming de video. “Hay muchos otros dueños de derechos más allá de Hollywood a quienes les gustaría imponer controles respecto a cómo se consume su contenido”, dice Danny O’Brien de la EFF.
La propia EFF reconoce que no cree que la W3C acepte todas las propuestas de DRM que le llegarán, pero al aceptar EME, dicen, aceptaron el principio de la protección de contenidos, sentando un precedente de alguna forma.
Como sea, las cosas ya están en marcha. Sólo el tiempo dirá si el DRM se expande, o simplemente se queda en el streaming de video, donde apareció para solucionar un problema.