Un grupo de astrónomos descubrió por primera vez evidencia química de la existencia de agua en un objeto rocoso fuera de nuestro sistema solar. Previamente solo había evidencia de agua en las atmósferas de planetas gigantes gaseosos. Lo más curioso es que el agua no está en un planeta, sino en los restos de uno que orbita una estrella que está muriendo.
El objeto orbita a la enana blanca GD61 170, a 150 años luz de aquí. El pedazo de roca (técnicamente un asteroide) provino de un planeta de tamaño menor, comparable al asteroide Vesta, el segundo más grande de nuestro sistema solar.
Hace 200 millones de años, la estrella GD61 entró en su etapa final, inflándose para convertirse en una gigante roja, perdiendo luego sus capas de gases para dejar el núcleo denso y terminar en su estado actual de enana blanca. En este periodo, el planeta con agua fue lanzado fuera de su órbita regular y puesto tan cerca de su estrella, que las fuerzas gravitacionales hicieron que se partiera.
Los restos ahora orbitan a la enana blanca, y fueron recientemente detectados por los científicos gracias al telescopio espacial Hubble y el telescopio Keck en Hawaii. El descubrimiento fue publicado en la revista Science.
Los astrónomos detectaron un exceso de oxígeno en el asteroide, que debió haber estado compuesto de un 26% de agua por masa, una cantidad enorme. Los científicos usaron espectroscopía ultravioleta para poder hacer la medición. El descubrimiento significa que el agua puede permanecer en un planeta incluso mucho tiempo después de la destrucción del mismo. Aunque se han observado muchos planetas destruidos orbitando enanas blancas, esta es la primera vez que se detecta agua en uno de ellos.
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