Las agencias de inteligencia y espionaje existen en todos los países del mundo, buscando información para proteger a la nación. De vez en cuando, sin embargo, la maquinaria de espionaje se vuelca en contra de los propios ciudadanos, en una extraña lógica para proteger al país de sí mismo, como ocurre en las películas de ciencia ficción cuando las computadoras centrales se vuelven locas y quieren proteger a los humanos destruyéndolos o encerrándolos.
El caso del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) en Estados Unidos – que pretende proteger al país del “terrorismo”, no sólo ha recopilado datos de extranjeros (lo que ya es preocupante), sino también millones de metadatos de sus propios ciudadanos. Este hecho ha llevado a varios a trazar un paralelo entre el Ministerio para la Seguridad del Estado de la República Democrática Alemana (RDA) – más conocido como “Stasi” – y la NSA.
Visitamos los cuarteles centrales del Ministerium für Staatssicherheit en Berlín, que funcionó entre 1950 y 1990. Hoy está convertido en un museo, donde se encuentra lo que quedó de los papeles e instrumentos utilizados por los espías y funcionarios del Ministerio.
La Stasi fue creada con el apoyo de la Unión Soviética, aunque como organismo independiente en el lado oriental de Alemania cuando ese país estaba dividido en dos. Era época de Guerra Fría, y las funciones de la policía secreta se volcaron principalmente a vigilar a los propios ciudadanos de la RDA, para evitar que tuviesen ideas occidentales o “contra revolucionarias”, y mantener al partido en el poder.
Buzón de correo vigilado para saber quién enviaba las cartas.
La red de espionaje para vigilar a las personas llegó a niveles ridículos, con 1 espía cada 63 alemanes orientales. Se implementó una importante cuota de acoso psicológico o Zersetzung como método para obtener información o presionar a las personas. Una forma menos cruda que la tortura o el arresto, y que según creían los dirigentes, crearía menos resistencia de parte de la población, ya que muchas veces no sabrían a qué se estaban enfrentando. La técnica buscaba desviar a los ‘enemigos’ de conductas consideradas inapropiadas.
En el museo, aparecen retratados algunos casos de personas que fueron víctimas de la Stasi. Entre las medidas tomadas contra las personas estaba el despido de sus trabajos, el retiro forzado de la Universidad si eran estudiantes, tratamientos médicos incorrectos, campañas de difamación en contra de la víctima, llamadas telefónicas misteriosas, instalación de micrófonos en sus casas, entrar a la casa de la víctima y mover los muebles o las cosas, etc. En muchos casos, las víctimas no sabían que la Stasi estaba detrás de estos eventos, y algunos llegaron a pensar que estaban volviéndose locos.
Una constante del museo son unas sillas de diseño de los 60′, acolchadas. Al interrogar a una persona, la Stasi colocaba bajo el asiento un paño, que luego guardaba en “conservas de olor” como las de arriba. En teoría se podrían utilizar para rastrear a la persona – ya fuera un disidente o un miembro leal al partido que se arrepintiera – con perros especialmente entrenados en el futuro. Por si acaso.
La Stasi también se valió de tecnología para vigilar. Desarrollaron cámaras muy pequeñas para la época, que podían esconderse dentro de un bolso, tras un botón del abrigo, dentro de una radio como arriba, en un basurero o en otros lugares. También adaptaron cámaras para que se mantuvieran tomando fotografías automáticamente durante semanas en un mismo lugar, como en la imagen del correo más arriba. La tecnología estaba muy lejos de lo que tenemos hoy para vigilar gente. La Stasi guardaba todos sus documentos en 19 metros cuadrados de archivadores, mientras hoy sería imposible imprimir toda la información que se puede almacenar por vía digital. Open Data City se dio el trabajo de trazar una comparación. Stasi versus NSA – How much space would the filing cabinets use up?Link: Stasi versus NSA. Made by OpenDataCity (CC-BY 3.0) En una entrevista, el ex-espía de la Stasi Wolfgang Schmidt, afirmó que la tecnología actual de la NSA era “como un sueño hecho realidad”, en comparación a sus tiempos cuando sólo se podían escuchar 40 teléfonos de forma simultánea, en lugar de millones. “La única forma de proteger la privacidad de las personas es no permitir que el gobierno recolecte su información en primer lugar”, reflexionó. Gran parte de los documentos, muestras y tecnologías que tenía la Stasi fueron destruidos después de que cayera el muro de Berlín. En 1995, el gobierno alemán creó un equipo para reconstruir los documentos que quedaron, y más tarde poner a disposición del público los archivos, incluyendo las fichas personales de los individuos que habían sido seguidos e investigados por la Stasi. Entre 1991 y 2011, 2,75 millones de personas solicitaron consultar las fichas sobre sí mismos creadas por los espías. El paralelo con la NSA es disputado, tanto por estadounidenses que defienden la necesidad del programa de vigilancia, como por alemanes, que consideran que no se le toma el peso de lo que significó la vigilancia y opresión de la Stasi sobre los ciudadanos de alemania oriental. Pero lo cierto es que el volumen de datos que tiene EE.UU. en este momento es tan masivo, que da para cuestionar qué se está haciendo con los datos y qué nivel de protección tienen las personas, para evitar caer en un estado de vigilancia. En su discurso ante la ONU, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, lo deja claro: “Si no hay derecho a la privacidad, no hay una efectiva libertad de expresión ni de opinión, y por lo tanto, no hay una democracia efectiva“.