En 2010, la revista Wired un artículo con un título muy provocador: La web está muerta. Que viva Internet. La premisa es que ya no accederemos a Internet a través de Firefox, Chrome o Internet Explorer, sino a través de montones de aplicaciones dedicadas a servicios específicos – la app de Twitter, la app de correo, la app del New York Times -, reduciendo en el tiempo la importancia que tiene la World Wide Web hoy.
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En 2013, la predicción de Wired parece haberse cumplido, al menos en el mundo de los móviles. Según la consultora Flurry, el 80% del acceso a Internet en teléfonos móviles se hace mediante aplicaciones, y sólo el 20% restante a través del navegador en Estados Unidos. Según Flurry, un estadounidense pasa en promedio 2 horas 38 minutos usando smartphones y tablets. 2 horas y 7 minutos las pasa dentro de aplicaciones, y sólo 31 minutos en el navegador.
Algunos podrán pensar, claro, pero esto sólo toma en cuenta a los dispositivos móviles, y es cierto. El asunto es que, aparentemente, los dispositivos “no móviles” están desapareciendo.
Según la consultora IDC, en 2013 la venta de tablets en el mundo superará a la de PCs de escritorio, y en 2014 superará la de equipos portátiles (notebooks). Si el modelo de aplicaciones que ha dominado el mundo de los móviles se mantiene, lo cierto es que el acceso a Internet a través del navegador verá fuertemente reducido su uso.
El mundo de las apps
El asunto de las aplicaciones que se “comen” a Internet – es decir, que toman datos de la red sin que tengamos que entrar usando el navegador – ha estado intrínsecamente relacionado con el desarrollo de los smartphones. Una aplicación está mejor diseñada que un sitio para una función específica, aprovecha mejor el hardware y simplemente es más práctica.
Sin embargo, con la aparición de los dispositivos híbridos que mezclan tablets y notebooks, el terreno se ha ido haciendo más gris. Es así como Windows 8 y su Store están empujando la llegada de las aplicaciones a muchísimos más equipos. Aunque las ventas puedan estar menos firmes que versiones anteriores de Windows 8, en enero de 2013 ya sumaba 60 millones de copias vendidas.
He estado usando Windows 8 desde hace tiempo y la verdad es que prácticamente nunca utilizo las aplicaciones – me voy directo al escritorio, abro el navegador y ya. Sin embargo, es fácil darse cuenta que el rediseño del sistema operativo de Microsoft busca incorporar a las “apps” como una parte crucial de la experiencia.
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Tienes una aplicación de correos donde se sincronizarán tus e-mails, una de calendario para tus compromisos, una de mensajería para el chat, un icono para SkyDrive (como si fuera parte de tu propio PC), apps que te dicen el tiempo, lectores de RSS para que no tengas que entrar a la web del periódico, y muchas otras cosas más.
De cierta manera, te está obligando a adoptar todas estas aplicaciones para utilizar tu PC con Windows 8 como corresponde. Si quieres utilizar sólo el escritorio (como lo estoy haciendo yo), te pierdes la mitad – o más – de la experiencia del sistema operativo. Toda la interfaz nueva se apoya en el uso de estas apps. Al mismo tiempo, todo el escritorio está conectado a Internet permanentemente, obteniendo datos de la nube en cada momento.
La arremetida de la web
Aunque las cifras para la web parecen débiles, los impulsores de la web no se han echado a morir. Gracias a HTML5, hay varias cosas que nos han sorprendido de lo que se puede hacer desde el navegador.
Entre los principales impulsores de esta manera de navegar están Google y Mozilla, cada uno con proyectos que llevan la web hasta el otro extremo, intentando demostrar que se puede prescindir completamente de las aplicaciones y seguir haciendo las tareas que necesitas.
Google tiene un sistema operativo completo – Chrome OS – que depende totalmente de la web, mientras que Mozilla lanzó Firefox OS, que pretende hacer prácticamente lo mismo pero en los teléfonos móviles.
La web ofrece como ventaja la posibilidad de desarrollar una sola vez, y que sea visible en todos los dispositivos que admitan el estándar, ya que no depende de dispositivos específicos. No es necesario tener que descargar nada en el dispositivo, y las actualizaciones son automáticas e instantáneas para el usuario.
En lugar de tener que descargar una app, tendremos que “acceder a ella” a través del navegador. El eslógan no es “hay una app para eso”, sino “hay una web para eso”. En definitiva es como un “gran navegador” móvil desde donde se supone que podrás hacerlo todo – tal como Chrome OS intenta ser un gran navegador para tu escritorio, en el que no necesitas instalar programas porque la web tiene la respuesta a la necesidad que sea.
Los optimistas insisten en que falta poco para que las aplicaciones web se vean y funcionen igual que las aplicaciones nativas, y la verdad es que ya hay muchas cosas que se acercan bastante. Quizás su principal desventaja es lo mismo que hace poderosa a la web: Sin Internet no funciona nada.
¿Conclusiones?
La idea de que podremos hacer todo desde el navegador, sin necesidad de descargar nada en nuestro equipo, es tentadora pero no siempre fácil de concretar. La verdad es que muchas veces simplemente no tenemos conexión a Internet (aunque eso podría cambiar de a poco en el futuro). Estar sin conexión supone no sólo quedarse sin capacidad de producir (no se puede escribir un texto porque el programa está en la nube, no se puede editar una imagen porque el programa está en la nube), sino que también bloquea el acceso a nuestros datos y archivos, que también terminan estando guardados en la nube en la mayoría de los casos en este modelo.
Sin embargo, la web seguirá entregándonos muchas ventajas en el sentido de que se puede acceder a los datos y aplicaciones desde cualquier parte que tenga una conexión, sin necesidad de descargar nada. Podemos entrar a lo que necesitemos desde el navegador usando cualquier computadora, en caso de que no tengamos la nuestra por algún motivo, y la experiencia será igual.
Las aplicaciones, sin embargo, poco a poco se apoderan de nuestro equipo personal. Nos resultan cómodas, poco a poco entrarán a todos los dispositivos que usamos, y sin darnos cuenta terminaremos leyendo sitios web desde aplicaciones lectoras, viendo videos desde aplicaciones de video, escuchando radio desde apps de música, consultando las redes sociales desde sus aplicaciones específicas.
Es difícil que la web llegue a desaparecer por completo, simplemente porque es demasiado práctica. Lo más probable es que no lleguemos a ninguno de los dos extremos, sino a algún equilibrio que combine los dos, aunque las apps parezcan estar tragándose a la web.