Pese a que Mercurio es conocido desde la antigüedad, poco se ha estudiado sobre este planeta, el más próximo al Sol. La sonda Messenger, que comenzó a orbitar el planeta hace un año, busca entregarnos más datos de este vecino y la NASA publicó dos nuevos informes sobre el equipo investigador a cargo del robot, que detallan algunas observaciones hechas en el hemisferio norte del planeta.
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Los nuevos datos sugieren que Mercurio ha tenido procesos de cambio mucho más dinámicos de lo que se pensaba hasta ahora, y que el núcleo es diferente a todos los planetas rocosos que conocemos de nuestro sistema solar, como Venus, Marte o la Tierra.
Núcleo extraño
Uno de los descubrimientos más curiosos es la estructura interna del planeta. Mediciones gravitacionales de Messenger sugieren que Mercurio tiene un enorme núcleo de hierro denso, que ocupa hasta el 85% del interior del planeta (en la Tierra alcanza un 50%). Además, el área sobre el núcleo de hierro es mucho más densa que la roca, pero no tan densa como el hierro. La mejor interpretación hasta ahora de esta información es que una capa de sulfuro de hierro de unos 200 kilómetros de grosor existe alrededor del núcleo. Esto significaría que la corteza y el manto de Mercurio sólo tienen 300 kilómetros de grosor.
La investigadora Maria Zuber comparó así a Mercurio con una naranja, donde el núcleo y la cobertura de sulfuro de hierro serían la carne de la naranja, mientras la corteza sería sólo del tamaño de la cáscara.
En la Tierra, la convección del magma en el manto terrestre causa muchos procesos geológicos, como cadenas montañosas o fallas tectónicas. Pero si el manto de Mercurio es tan delgado, no hay mucho espacio para que ocurra la convección, lo que lleva a los investigadores a preguntarse cómo se forman estas características topográficas en el pequeño planeta.
Formaciones geológicas
Messenger midió la altura de la superficie en gran parte de Mercurio, revelando grandes planicies que se crearon en las primeras etapas de la historia del planeta, y que se han ido deformando en el tiempo. Una de las deformaciones observadas corresponde a la Cuenca de Caloris, un impacto de cráter gigante de más de unos 1.500 kilómetros de diámetro que se formó en las primeras etapas del planeta, cuando fue fuertemente bombardeado por meteoritos hace unos 4.000 millones de años.
Si Mercurio fuera un planeta “muerto”, es decir, sin actividad geológica, el cráter se habría mantenido casi sin cambios desde entonces. Pero las medidas tomadas por Messenger revelan que algo causó que parte del suelo de la Cuenca de Caloris se elevara por sobre el borde del cráter.
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“Nunca hemos visto algo como esto en un planeta”, dijo Maria Zuber. El descubrimiento sugiere que actividad al interior de Mercurio empujó el suelo hacia arriba, y que este proceso ocurrió más tarde de lo que se creía posible en el planeta.
Por el momento, la conclusión es que Mercurio es un mundo extraño, con características que no se han visto en ninguna otra parte. La presencia de Messenger en la órbita del planeta seguramente podrá ayudar a esclarecer algunas de las dudas que quedan pendientes en el futuro.
Link: Planet Mercury even weirder than we thought (Wired)