Comenzó marzo, y en algunos países como Argentina y Chile eso es sinónimo de escuela, clases y estudio. Así que nos inspiramos en eso para este “Origen de”, que en esta ocasión trata sobre un elemento fundamental en salas de estudio y también en oficinas: la pizarra blanca.
Aunque la pizarra de tiza es práctica y barata, su desventaja es que la tiza libera polvo y es sucia. En cambio, la pizarra blanca usa marcadores que se pueden limpiar sin dejar huella ni liberar polvillo en el ambiente. Es ideal para hacer dibujos y anotar conceptos durante reuniones, para colgarla del refrigerador y dejar mensajes, o para forrar el cuarto de un niño pequeño para que no raye los muros. Aunque se inventó en la década de 1950, su popularidad llegó 40 años después.
Fotografía y marcadores
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La pizarra blanca fue inventada por Martin Heit, un fotógrafo coreano al que se le ocurrió la idea mientras revelaba fotos en un cuarto oscuro. El fotógrafo se dio cuenta de que podía usar un marcador sobre la película de los negativos, y que si pasabas un paño húmedo por encima, las marcas se borraban fácilmente. Heit pensó que podía usar esto para poner sobre el muro junto al teléfono, y tomar ahí los recados.
Heit creó así sus primeras pizarras usando negativos de películas. El fotógrafo se preparaba para presentar su invento, cuando el lugar del evento se quemó la noche antes del estreno. Heit decidió entonces vender su idea a la empresa Dri-Mark, que en lugar de promocionarlo como un aparato para tomar recados telefónicos, introdujo la pizarra en el mundo de la educación.
En la década de 1960, las primeras pizarras blancas salieron a la venta, pero no fueron muy populares, en parte debido a que eran muy caras. No fueron adoptadas de forma masiva hasta la década de 1990, gracias a preocupaciones de salud. Respirar polvo de tiza por años – como ocurre con los profesores – puede provocar problemas respiratorios. De este modo, muchas instituciones reemplazaron sus pizarras tradicionales con estos modelos blancos.
Evolución de las pizarras
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Las pizarras fueron avanzando: los modelos más antiguos estaban hechos con una cobertura de melamina, cuyo problema era que retenía residuos del marcador, por lo que al poco tiempo quedaban sucias de forma permanente. Luego aparecieron las pizarras magnéticas de esmalte sobre acero, que son más baratas y menos brillantes. Actualmente se usan pizarras de porcelana y acero, que son comunes en universidades, escuelas, etc. También es posible pegar láminas de pizarra sobre superficies irregulares, permitiendo formas extrañas para escribir, o usar acrílico y vidrio como superficie transparente donde rayar.
Un complemento vital para la pizarra es el marcador, patentado en los 60’s por Pilot. Se trata de un lápiz que usa tinta borrable, que se adhiere a la superficie de escritura sin ser absorbida. Se necesita esta tinta especial para usar sobre las pizarras blancas, otro tipo de lápices pueden dejar marcas permanentes o más difíciles de borrar.
Aunque actualmente las pizarras interactivas digitales están abriéndose paso en las escuelas, la pizarra blanca es por el momento una alternativa más barata y práctica.
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