Imagen cortesía de Neobomb en emuxtras
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Una de las etapas más memorables en la historia de los videojuegos fue la gran pelea que entablaron Nintendo y Sega por el dominio del mercado de los 16-bits. Estas dos compañías ya se habían enfrentado en la anterior generación de consolas pero lo mejor estaba por llegar: Super Nintendo vs. Sega Genesis.
Haciendo memoria, el típico niño videojugador de finales de los 80, estaba acostumbrado a las consolas de 8-bits (NES, Atari, Commodore, etc.), por esta razón cuando en 1989 el Sega Genesis llegó a América fue toda una revolución. La novedosa consola traía 3 botones, uno más de lo usual, y unas super gráficas que no se comparaban con el resto de las máquinas caseras disponibles en ese momento.
En dos posts contaré mi experiencia con ambas consolas y para empezar, nada mejor que el Sega Genesis, también conocido en Europa como Mega-Drive.
La primera vez que vi un Sega Genesis fue en casa de unos amigos de mis papás (típica historia), el hijo era medio mamón pero se tenía que portar bien conmigo así que me presumió sus consolas. Con la mirada fui repasando lo que tenía en su cuarto: un NES, una PC y una máquina negra.
– ¿Qué es eso? – pregunté.
– Es el Sega Genesis – contestó.
– ¿El qué? – dije al no conocer esas palabras.
– Mira, es esto…- dijo mientras prendía la consola.
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Como era de esperarse, pasé toda la visita jugando. No salí a comer, ni a socializar, no hice otra cosa más que sumergirme en los mundos 16-biteros del Genesis.
Ese día jugué Altered Beast, Strider, The Last Battle (Fist of The North Star), After Burner y Golden Axe. Obviamente cuando mis papás me dijeron que nos íbamos me puse muy triste, mientras el auto se alejaba yo sólo pensaba en esa increíble consola que estuve jugando. Sí, amor a primera vista.
A partir de entonces ya no vi a mi NES con los mismo ojos. Tenía al Genesis en la cabeza y no había forma de quitarlo de mis pensamientos. Añoraba la novedosa consola de Sega y sus títulos, los cuales conocía hojeando las páginas de revistas estadounidenses como Gamepro o EGM.
En ese entonces en México no había tiendas especializadas de videojuegos y los locales con productos oficiales tenían precios altísimos, tanto para consolas como para juegos. La alternativa eran los mercados ambulantes que traficaban con estos productos, pero aún así conseguir una consola era complicado, por lo que básicamente me resigné a imaginar como sería si tuviera una en mis manos.
Algunos meses después, un amigo de mi papá me trajo un Genesis de Estados Unidos. Abrí la caja emocionadísimo sólo para darme una primera sorpresa: incluía sólo UN control. ¿Un control? pero si el NES trae dos y una pistola, hasta un tapete si se tiene suerte y dinero.
Después de este primer shock todo fue mejorando. El Sega Genesis resultó ser lo que yo esperaba, una gran consola. Ofrecía muchos títulos originales y varios conocidos de las arcades. Las gráficas eran espectaculares y los tres botones le daban mucha acción y posibilidades de modo de juego, después se le agregarían otros tres botones para dar cabida a más juegos.
El Genesis tiene muchísimos títulos y sagas memorables como Phantasy Star, Golden Axe, Streets of Rage, Spider-Man, Moonwalk, ToeJam & Earl, The Inmortal, Strider, Shinobi, Comix Zone, General Chaos, etc. La plataforma también sirvió para debutar series como Sonic The Hedgehog o FIFA (sí, el primer FIFA fue en Genesis), y es imposible olvidar la primera consola casera que tuvo Mortal Kombat con sangre.
No puedo negar que me la pasé a lo grande con esta consola. Fue un gran romance de la infancia.
Pero como era de imaginarse, el éxito del Sega Genesis no pasó desapercibido y Nintendo lanzó su nueva consola dos años después, entonces inició la guerra de los 16-bits.
Aqui termina mi breve texto sobre la experiencia con el Sega Genesis. En un próximo post contaré sobre el Super Nintendo, la consola en discordia que me sedujo y logró hacerse de un hueco en mi corazón.