No se me hace tan fácil sentarme a escribir sobre Kirby’s Epic Yarn. Por un lado, está la nostalgia del personaje y las ansias de verlo en aventuras de calidad cercana a la de los tiempos de la NES; por otra parte, la estética del nuevo Kirby impacta inmediatamente al jugador, y -como pasa en muchas ocasiones- la capa audiovisual puede esconder o camuflar algunas cosas no tan cuidadas de otros apartados. Afortunadamente este no es el caso, y en Kirby’s Epic Yarn todos sus atributos están al mismo nivel.
De entrada, el juego ya cambia algunas bases que se le conocen a Kirby desde antaño, y es la misma historia la que introduce al jugador a unas nuevas formas de juego -bastante decidor es que la aventura no transcurra en Dream Land, sino dentro de un calcetín mágico. No es que la base de juego sea radicalmente nueva: el control de Kirby se siente muy familiar y natural, y aún así hay una cierta frescura en cuanto a la jugabilidad. Ya no se pueden tragar enemigos y adoptar sus habilidades, y sí se puede usar un pequeño hilo como látigo para deshilachar enemigos, colgarse de botones, o para ir modificando algunas partes de la tela que componen los niveles y que se puede aprovechar para llegar a lugar inalcanzables, desactivar o activar algunos mecanismos, y hasta para encontrar objetos semi escondidos.
El Reino de las Telas está dividido (literalmente) en varios mundos que hay que volver a coser, y para eso se necesita avanzar por un cierto número de etapas, enfrentarse a un jefe final en cada mundo, y recuperar un pedazo del Estambre Mágico. Y dentro de todos las etapas hay unos cuantos objetos que recoger y que tienen varios fines, entre los que están la posibilidad de abrir nuevos niveles en los mundos de juego y que aunque no es una obligación completar para avanzar, los que quieran llegar al 100% van a tener que desbloquearlos todos.
Es necesario recalcar un punto importante para entender al nuevo Kirby, y es que es imposible morir dentro del juego. Pero en esto quiero ser bien claro: los niveles de frustración a los que se puede llegar son similares a los que cualquier juego del estilo. Si Kirby es golpeado por un enemigo, o se cae a un precipicio, vuelan por los aires unas lindas gemas que se recolectan en cada nivel y que tienen influyen directamente en la calificación al terminar una etapa. Es cierto, hasta los jugadores más novatos eventualmente van a terminar los niveles o derrotar a los jefes, pero para los que están (estamos) acostumbrados a este tipo de juegos, perder todo lo recolectado en una etapa no causa mucha gracia y en mi caso fue bien frecuente estar repitiendo etapas completas gracias a una mala jugada.
Quizás donde más se resiente y se hace notar el hecho de que no se puede morir es contra los jefes, ya que sus rutinas son relativamente fáciles de descifrar, y la única dificultad está en sacarle la mayor cantidad de gemas posibles para optar a una etapa extra dentro de cada mundo. Obviamente que para esto último hay que tener cierta habilidad para esquivar proyectiles o ataques en el momento preciso, pero a la larga está lejos de ser tan complejo como, por ejemplo, el primer Kirby’s Adventures.
Hay dos cosas vitales que resaltar del juego, y que dan muestras de los niveles que alcanza. Primero, la parte visual, que se puede resumir en una sola palabra: sublime. Aquí no se ven polígonos ni efectos modernos al por mayor, pero si hay un diseño artístico de primera linea, y donde es practicamente imposible encontrar un detalle feo. Todas las personas que vieron el juego mientras yo avanzaba comentaron invariablemente sobre lo llamativo y lo suave de las cosas que se ven y se mueven en la pantalla; el mundo de telas, hilos, mezclillas y materiales similares es tan creíble que pocos se pueden abstraer a la belleza del juego.
Musicalmente también está muy inspirado. Hay algunas versiones de tonadas clásicas, pero es el estilo que se le imprime a toda la música del juego lo que se lleva el premio. La primera referencia que se me viene a la mente son las melodías de la serie animada de Snoopy; hay muchos pianos y en general se crea un ambiente agradable y tranquilo que va muy a tono con lo que se ve en pantalla y sobre todo con lo que se juega. En pocas palabras, la música de Epic Yarn ayuda a que la experiencia de juego sea mucho más placentera, y al contrario de otros juegos donde impera la premisa de «si no molesta, está bien», aquí lo que se oye es muy difícil de pasar por alto.
Todos, absolutamente todos los niveles de Kirby’s Epic Yarn rozan la perfección en cuanto a su diseño. Ya sea debajo del agua, dentro de una torta, en una isla secreta, o en un árbol de navidad. Y esto es algo de lo que uno se da cuenta cuando pasan unas cuantas horas y no hay cansancio, sino las ganas de seguir jugando para ver que hay, y recorrer los nuevos mundos que se van abriendo. Por otra parte, la sensación en general es que todo lo que ofrece el juego, lo hace bien. Ver como Kirby se transforma en algún vehículo al principio es sorpresivo, y después uno termina esperando con ganas esa parte donde habrá que ser un tanque gigante, un delfín, o echar una carrera, o cualquier otra cosa, incluyendo una sección que recuerda los shooters de aviones en scroll lateral. Repito, por si no queda claro: el juego hace todo bien.
Quizás lo único que se siente un poco fuera de lugar son los minijuegos complementarios: ir decorando la pieza de Kirby con los objetos recolectados, o los desafíos en algunos niveles, como encontrar unos personajes escondidos por ahí en el menor tiempo posible. No es que sea algo malo ni mucho menos, pero no aportan realmente al juego, y perfectamente podrían no estar y nadie diría nada.
Mi experiencia de juego con Kirby’s Epic Yarn fue muy especial. Parece por momentos un juego para los más niños, y en cierta forma lo es, especialmente por como se narra la historia y por su estética. Pero sentarse frente al televisor con este juego es asegurarse de pasar un rato agradable, y simplemente dedicarse a avanzar, completar los niveles, y disfrutar de lo que tiene para mostrar. No es tan corto: cuando terminé con el último jefe el reloj marcaba 7 horas y 40 minutos, con apenas un 65% del juego completo, y con no pocas etapas sin abrir todavía.
Es imposible quedarse frío ante la belleza de Kirby’s Epic Yarn. No solo por lo que se ve ni por lo que se escucha, sino por el conjunto completo, que es mucho más que solo la suma de sus partes. Es de esos juegos que vienen de un momento de inspiración, pero a la vez está cuidado hasta los más mínimos detalles y donde no parece haber nada al azar. Por sobre todas las cosas, es uno de esos juegos donde uno se sienta a jugar y siempre tiene ganas de ver, escuchar, y jugar más, aunque ya lo haya visto todo. Y es que a veces nos olvidamos de que todo este hobby se trata de pura diversión y ratos agradables, dos cosas que Kirby’s Epic Yarn regala al por mayor.
Lo imperdible:
- Lo que se ve
- Lo que se escucha
- Todas y cada una de las etapas del juego
- A la larga, este juego es pura diversión
Lo no tan imperdible:
- Su relativa poca dificultad, y algunos agregados que no aportan mucho