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Establecer la relación entre la falta de sueño y la proliferación de nuevos dispositivos tecnológicos que complican tu vida favorecen la comunicación (a distancia) es realmente sencillo en el plano teórico: dormir, descansar, supone desconectar. Precisamente lo que no hacemos con nuestros teléfonos y ordenadores durante el tiempo que dedicamos al descanso. En el plano práctico aún es más sencillo advertir esto: te está pasando.
Por si no creen la opinión de un modesto redactor, pueden satisfacerse con la de un experto, Eduard Estivill, director de la Clínica del Sueño, que ha declarado:
Unos estímulos a los que han de sumarse los producidos por el zumbido de los aparatos electrónicos durante su recarga o las luces (de la pantalla encendida o del piloto rojo de espera) de nuestra fiel e imprescindible pareja en el dormitorio: la siempre insaciable televisión basura. Una presencia de focos de estimulación que impide a nuestro cerebro desconectar, impidiendo el sueño y buen descanso.
Aunque el insomnio no es el único problema. Más claves al respecto nos las da Mora Calderón, arquitecta de interiores:
Es decir, interactuamos con lo que hay a través de la pantalla de los dispositivos, pero no con la persona que (podemos) tener al lado en nuestra cama, generando nuevos problemas afectivos y de sexualidad. La solución parece terrible sencilla y pasa por desterrar de los dormitorios cualquiera de esos elementos que perturben dos de las funciones fundamentales de la vida (si somos capaces).
Link: En la cama con el móvil, la tele y el correo (El País)