Pese a que cada vez hay más consciencia sobre su peligro para el medioambiente y han surgido algunas versiones «verdes», el plástico es uno de los materiales más utilizados del mundo y uno de los que más se demora en degradarse. Para colmo, reciclarlo es caro y requiere un gasto energético significativo para separar los distintos polímeros que lo componen. Todo mal.
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Afortunadamente, algunos científicos están trabajando para darle un uso posterior a las bolsas. El investigador Vilas Ganpat Pol, del Laboratorio nacional Argonne National, Illinois (EE.UU.), creó una técnica para convertir una mezcla de desechos plásticos en microesferas de carbono, las que pueden ser usadas en pinturas, lubricantes y neumáticos, y hasta incorporadas en las baterías de ión de litio.
Para llegar a estas pelotitas, Pol metió la mezcla de plásticos a un reactor a 700 °C, logrando una presión de 34 atmósferas, ayudando a quebrar las cadenas de polímeros (de hidrógeno y carbono). El hidrógeno es sacado, dejando microesferas de hasta 10 micrometros de diámetro. Listas para reutilizar.
Pero Pol no fue el único que pensó cómo acabar con el problema de las bolsas. Un grupo de científicos de la University Park, Pennsylvania (EE.UU.) crearon un plástico que se «autodestruye» al ser expuesto a agentes ambientales. Scott Phillips y Wanji Seo están trabajando con el polímero poly(phthalaldehyde), el que cuando se expuso a iones de fluoruro, se deshizo rápido.
La técnica podría ser modificada para desarrollar productos plásticos que rápidamente se degraden cuando se enfrenten a elementos ambientales. Por ejemplo, si una bolsa de plástico llega al mar, las enzimas harían que el material se «despolimerice» y desaparezca casi por arte de magia, dijo Phillips.
Link: Green machine: Tackling the plastic menace (NewScientist vía FayerWayer Brasil)