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Una de las características más evidentes de las compañías que se crean en el mundo digital hoy día, es su capacidad para transformarse en globales de manera sencilla.
En mi opinión, la razón fundamental de esta tendencia es que en la economía digital, a diferencia de lo que sucede con las industrias tradicionales, los costos de distribución son decrecientes y cada vez más cercanos a cero, lo cual implica que expandirse hacia nuevos mercados presenta menos obstáculos operativos y financieros.
Un ejemplo concreto de esta tendencia es el de las redes sociales. Así, Facebook, seguramente la mas popular de ellas cuenta, según datos recientes, con unos 400 millones de usuarios de todas partes del mundo. De hecho un 70% de los usuarios son de fuera de los Estados Unidos. En apenas 6 años se ha convertido en una auténtica marca global con presencia en cada rincón del planeta.
Sin embargo, la empresa es conducida en esencia desde sus oficinas en Palo Alto, California. Eso no le ha impedido posicionarse y transformarse en la red social de preferencia en decenas de países, incluyendo varios de América Latina.
La clave, es que tanto la naturaleza de los servicios que Facebook ofrece a sus usuarios y otros clientes, como los requerimientos operativos para desplegar esa estrategia, no exigen un incremento de su estructura de negocios en la misma proporción.
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Videojuegos
Algo parecido ocurre con otros referentes de ese espacio como MySpace o Sónico. Su eventual desembarco local en algún mercado, tiene que ver en general con capitalizar una oportunidad específica o con acelerar el paso del crecimiento, antes que con una necesidad ineludible para ampliar el negocio.
Otro sector que repite un patrón similar es el de los juegos online, un segmento que crece a una velocidad inusitada en este momento. Así, la empresa inglesa Playfish desarrolla distintos juegos que luego se distribuyen luego a través de otras plataformas como Facebook, a un costo cercano a cero.
Cualquier usuario puede descargar el juego que le interesa sin importar el lugar del globo en el que se encuentre. Los ingresos de Playfish provienen de la comercialización de ítems virtuales, publicidad online y versiones premium de los juegos. Modelos como los sistemas de comunicación p2p (persona a persona) estilo Skype y Jajah, o los sitios de citas como Match.com y PlentyOfFish están cruzados por la misma dinámica; se trata de esquemas replicables en muchos mercados a un costo marginal muy bajo o incluso nulo.
Consecuencias
Los efectos inmediatos de este fenómeno son varias. Por una parte, las empresas que tienen al planeta como su mercado pueden proyectarse con una mayor sustentabilidad al no depender de los ingresos de un solo territorio. Del mismo modo, al contar con una visión y un modelo de negocios global, estas compañías se transforman en una presa mucho más apetecible para potenciales inversionistas, habida cuenta que la dimensión del mercado potencial al que pueden aspirar es muy superior; la reciente adquisición de Playfish –una empresa con apenas dos años de visa- por parte del gigante Electronic Arts en US$275 millones lo demuestra.
Por otro lado, salir a competir al mundo, exige que las empresas que así lo decidan adopten una cultura interna ágil, muy profesional, y siempre alerta. Jugar en primera división obliga a las empresas a trabajar en pos de la excelencia, y eso es bueno, incluso para el propio ecosistema local de negocios en el que esas compañías se desenvuelven.
Finalmente, para que un proyecto pueda aspirar a ser global, no es ni tan siquiera necesario que el mismo se inicie en un mercado local de gran volumen como Estados Unidos, Brasil o China. En ciertas circunstancias ello puede contribuir a testear la viabilidad de un concepto o un servicio más rápidamente, pero no mucho más. Skype, surgida en Estonia, fundada por un sueco –Niklas Zennstrom- y un danés –Janus Friis-, y con sede en Luxemburgo, es quizás el ejemplo más contundente.
Las ventajas son claras en favor de desarrollar estrategias globales para los negocios digitales; el costo de hacerlo es bajo, y los beneficios potenciales, muy importantes. Apostar a proyectos puramente locales y con necesidad de una significativa presencia física u operativa en cada territorio, puede ser por el contrario, muy peligroso.